DOMINGO ANTERIOR
Entre las sábanas pudo escuchar la conversación que ellas
mantenían.
.- El señor aún duerme.
.-Hay que comprobar que es así.
¿Seguro que le puso la dosis adecuada?.
.-Sí señora. Hice todo lo que usted me dijo.
.- Bien. Cerremos la puerta entonces. Aún dormirá algunas horas
más.- Y diciendo esto, la mujer de pelo rubio cerró la puerta dejando un
diminuto papel entre ésta y el marco.- Sabremos si la ha abierto. No podrá
escapar de aquí…
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Relato del Domingo 12_06-2016
No sabía lo que sucedía pero se sintió prisionero en su propia
casa. Su mente aturdida pensaba con rapidez. No podía acordarse cómo había
llegado hasta allí o en qué medida lo que recordaba de su vida anterior era
cierto.
Miró a su alrededor y no vio su ropa de calle. Se levantó
inmediatamente para abrir el armario. Tropezó con una descalzadora que estaba
fuera de su sitio. Por un instante permaneció inmóvil. El ruido podría alertar
a aquellas mujeres de las que, sin duda, tenía que huir.
Allí no había nada tampoco. Abrió los cajones de la cómoda. Estaban
vacíos. Alguien conspiraba contra él. Habían retirado sus cosas. Ahora no
reparó en los golpes que daba en cada cajón que iba cerrando.
.-¡Por dios! que es esto. Qué pretenden.- Lentamente se acercó a la
puerta para escuchar. Parecía no haber nadie. Habían dejado de oírse aquellos
pasos que recorrían el pasillo y tampoco se oía ninguna voz. Tal vez le
hubiesen dejado solo.
Abrió la puerta sigilosamente. Nada parecía moverse. El despacho,
al fondo, estaba entreabierto. Allí permanecía aquella caja fuerte de la que
solo él sabía cómo abrir.
Se arrastró por la pared. Su espalda dejaba un rastro invisible en
la pintura como si de un reptil se tratase.
Logró acercarse a la pequeña estancia llena de libros. No había
nadie. Se adentró lentamente para sentarse en aquel sillón que le había
cobijado tantas veces.
No podía creer lo que le estaba sucediendo. Una foto de encima de
su mesa le descolocó aún más.
Una mujer desconocida le abrazaba sonriente mientras el miraba al
mar desde una baranda. ¿Qué significaba aquella foto?. No conocía a aquella
mujer. Pero sí, era ella sin duda. La que había abierto la puerta de su
habitación apenas hacía unos momentos.
Tenía que abrir aquella caja para coger el dinero que contenía y
los documentos incriminatorios que guardaba en su poder. No podía permanecer
más tiempo allí.
Sin pensar si realmente estaba solo, comenzó a retirar los muebles
de la pared.
Las mujeres que estaban en la casa observaban sus movimientos desde
otra habitación. Habían instalado una diminuta cámara en la parte superior del
despacho y podían seguir sus movimientos sin dificultad.
Owen estaba a punto de abrir aquella caja camuflada cuando de
pronto se detuvo.
.-Soy un inconsciente. ¿Y si no estoy solo?. No he revisado la
casa. – Ellas se miraron con complicidad.
.-Es el momento.-dijo la mujer morena.
El doctor comenzó a oír ruido de puertas. Cerró inmediatamente el
despacho. La mujer llegando a la altura de la puerta comenzó a llamarlo
cariñosamente.
.-Owen, Owen querido. ¿Te has levantado ya?. Cariño abre la puerta.
Los niños aún duermen.- Owen despavorido supo que era víctima de una maquiavélica
intriga donde querían volverle loco.
.-No abriré. ¿Quién eres?.
.-Owen por favor. Soy tu mujer. ¡Abre!.- El psiquiatra sudoroso y
angustiado supo que no tenía escapatoria. Abriría aquella puerta para saber qué
estaba sucediendo.
La mujer, no solo estaba dispuesta a convencer a Owen de su amnesia, sino que también estaba decidida
a que abriese inmediatamente aquella maldita caja fuerte que contenía los
valiosos papeles.
Algo llevaba cuidadosamente en una caja. Algo se retorcía dentro de
ella deseando salir maliciosamente. Algo que haría actuar a Owen sin remedio…
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