Cánsate.
Pero cánsate de verdad. Di No. Atiende a lo que no te gusta. Niégate. No
regales si no te hace sentir bien. Vuelve la cara, date la vuelta y déjate ir.
Ríndete
a lo que la razón te dice. Deja a un lado el corazón que tanto te ayuda a
engañarte. No vuelvas a llorar por lo que permites sin quererlo.
Hazlo
ya. No hay más tiempo y el que hay ya se ha perdido.
Vuelve
a ti. A tu centro. A lo que de verdad te reconforta. No sigas a otros al ritmo
del juego que quieran jugar.
Que
no sean ellos los que ponen las reglas. Que seas tú el centro de tu vida.
Decir
NO es la opción que te falta. Las otras las has agotado todas.
Ríete
cuando los otros se sorprendan. Siéntete en plenitud cuando digan que no
comprenden. No les interesa porque descolocas sus piezas y entre ella tú sólo
eres una más sin diferencia.
Porque
siempre has dicho SI. Porque se lo has puesto muy fácil. Porque bajaste ya dos
escalones y sigues en carrera de descenso.
Niégate.
Quédate a solas contigo pero sin la angustia de saber que te manejan.
Eres
inteligente pero tú mismo abusas de tu forma de esperar, de tu paciencia y de
tu conformismo. Porque crees que dando más eres mejor y sin embargo compruebas
que dar más significa importar menos.
No
permitas la injusticia, ni la estafa emocional. Niégate a estar aún más abajo.
Di
No y dilo con la cabeza alta, con la mirada al frente y dando ya el primer paso
de otro tiempo donde solo puedas ascender.
Cánsate
de verte día a día en el mismo lugar y dando gusto a quienes deciden por ti.
Reacciona.
Avanza. Sigue.
Tu
solo tal vez. Más ligero quizás. Más sereno posiblemente.
Di
No y dítelo a ti mismo primero. Créetelo. Acéptalo y después, dilo.
Así.
Simplemente. No.
No hay comentarios:
Publicar un comentario