Hoy
ha sido un día de esos que la vida pasa sobre ti y no al revés. Un día que sin
ser triste ha tenido un tono bajo, un color desvirtuado y un sonido ronco.
He pensado en las distintas etapas que vamos
pasando en la vida, en los momentos felices que se atropellan con los amargos,
en las risas y las lágrimas, en las ilusiones y en los fracasos y en ese largo
camino que nos ponen delante para aprender y mejorar a favor de nosotros mismos.
Si
uno lo considera bien, el envoltorio nunca es el caramelo, el puente, nunca el
camino, la partitura nunca la música, ni la fotografía la persona. ¡!Hay tanto
que no nos define y sin embargo pensamos que eso precisamente es lo que somos!!.
Hace
tiempo que creo que lo mejor es ser transparentes y que el envoltorio coincida
con el sabor del caramelo para no engañar ni engañarnos.
Parece
difícil ir por la vida con la verdad por delante, con la nuestra, que sea o no
la absoluta, al menos es la de cada uno y con ella, aún subjetiva, no resbalarnos
por la falsedad. No mostraremos un color que no es el nuestro ni un aroma
postizo. Destilaremos realidad, guste o no. Y podremos defendernos con la
espada de la autenticidad ante quien sea o lo que sea.
No
hay nada más gratificante que estar pegados a nuestra sombra, a nuestra piel, a
nuestro lado bueno y al oscuro.
No
hay nada difícil cuando nuestro corazón coincide con nuestro pensamiento, incluso
aun cuando no siendo así, éste es capaz de convencerle y hacerse su aliado.
A
pesar de los detractores de esta reflexión, a pesar de que mucha gente crea que
el corazón no debe dirigir la vida…sigo pensando que sí debe hacerlo y debe
sufrir cuando le toque y gozar pleno cuando le llegue lo que ha sido creado
para él. Lo peor es esperar a que esto último suceda. La paciencia es un don
convertido en arte cuando se está en medio del puente esperando que lo mejor
venga a nuestro encuentro. Pero hay que seguir confiando, una y otra vez.
Algún
día llegará y entonces entenderemos porqué y para qué estamos aquí.
Pues si debía de ser ayer un día especial, debe ser que algunos de nosotros lo mismo que los ainmales barruntan el peligro, nosotros barruntamos el otoño,y con el la melancolia y la nostalgia de aquello que puedo ser y no fue.
ResponderEliminarCuesta hacerse a la idea de que si no fue es porque sin duda alguna es mejor que no haya sido.
Sin embargo seguiré en medi del camino esperando a ver quien viene, seguiré en lo alto del puente, esperando a ver que trae el agua, seguiré mirando por la ventana, esperando a ver quien pasa...seguiré esperando...
La espera es un trayecto de inmesas tonalidades...seguro que el otoño nos ayuda!!!
ResponderEliminarGracias por tu reflexión***