Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 5 de julio de 2013

LAS HORAS LARGAS DE LA NOCHE




         Me pregunto qué trampa especialmente seductora tiene la noche para mantenernos despiertos absortos en nuestros miedos. Me digo a mi misma que todo pasa, que alguna cosa cambiará para que la realidad oscura y vacía que a veces se nos presenta, pueda cambiar y sobre todo me repito que el sol sale de nuevo todos los días y la luna asoma todas las noches y que en sus respectivas soledades, uno y otra, están llenos de fuerza.
         Sin embargo, cuando la oscuridad nos deja a solas con nuestra mente es cuando padecemos la amarga soledad ante nuestros problemas o ante aquello que sin serlo se agranda como un castillo de humo en el firmamento, para demostrarnos que cada vez somos más pequeños.
         Cuando se tambalean los pilares del edificio emocional es cuando la mente, siempre tan contradictoria, a pesar de lanzarnos al abismo también nos envía una cuerda. Es entonces cuando rebuscamos en lo aprendido hasta el momento, cuando tienes que sentarte frente a ti mismo para hablarte alto y claro, recurriendo a la fuente inmensa de tu amor, esa que incondicionalmente siempre estuvo ahí y siempre estará aunque ya no te acompañe. Ella tiene respuestas. Solamente hay que pedírselas.
         ¡Tantas veces la necesito tanto y no está…! Que me pregunto ¿Qué hubiese hecho ella en mi caso? …Si la tuviese delante y encontrase el valor suficiente para confesarla mis errores me habría ganado una excelsa riña, pero también sé que entre sus consejos dolorosos iría mezclada la ternura para remediar la tristeza de sentirme así. Sé también que entre la rabia infinita de reconocer mi mala memoria para con su ejemplo habría obviado mi despiste con un perdón infinito ante mis debilidades.
         Me pregunto con qué ojos miraría los míos y qué mano tendería hacia mí para acercarme a su pecho y estrecharme entre sus brazos.
         Se sentaría a mi lado y después de ceñir mi voluntad a sus quimeras me acogería su sonrisa para decirme una vez más que todo pasa, que nada me turbe, que en quien Dios confía nada teme y que en todo ello está la confianza de sentir la fortaleza que nos constituye para seguir abrazando la vida…que siempre, siempre…nos espera fuera.
         No fue un sueño, simplemente una mala noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario