Hoy
he aprendido una nueva lección: “Nadie puede ayudar a quien no quiere ser
ayudado”.
Muchas
veces, hemos comentado en mis clases este pensamiento. Lo hemos leído. Lo hemos
comprendido a través de las enseñanzas del “Caballero de la Armadura oxidada”. Hemos
creído saber lo que nos quería decir, sin embargo, hay que experimentarlo.
Mi
tendencia natural es ayudar a que los que están cerca de mí. Hacerles la vida
sencilla. Estar atenta a lo que necesitan y proporcionárselo si puedo. Hoy
aprendí, de repente, que es una práctica equivocada. Muy errónea. Y ya sé a qué
sabe estar frente a quién no te ha pedido nada y no quiere lo que le
proporcionas.
Fue
un simple vaso de agua para alguien que se atragantaba.
Me repetía que no
quería agua. En mi angustia por resolver el incidente poniéndome en su persona,
lo pedí. Y allí estaba el vaso frente a la persona, esperando que alargase su
mano para pasar el mal trago. Y allí estaba yo. Casi avergonzada de haberlo
pedido al ver de que a pesar de que pasaba el tiempo, ni siquiera tocaba el
cristal.
Me
sentí mal. Muy mal. Hubiese salido corriendo pero me quedé quieta aprendiendo
la lección. Retiré el vaso y lo acerqué a mí. Después de todo, me sirvió para
pasar mi propio mal trago.
La
persona finalmente tomó unos sorbos, pero esos ya estaban fuera de mis
impetuosas ganas de resolver lo que me dolía a mí, como propio.
No sé si fui yo quien lo hizo mal. No
sé si fue una lección que quisieron enseñarme. No sé si la persona quiso
autoafirmarse frente a mí. No sé si esto se puede siquiera hacer extensible a
una generalización, ni si puede categorizarse y concluirse que todo el mundo te
demuestra que la generosidad bien entendida empieza y termina en uno mismo.
A
mí, aún después de esto me cuesta creerlo. También sé que no cambiaré porque
estoy segura de que el mundo evoluciona y mejora con la ayuda de todos y si no
hace falta en un momento puntual, tampoco con lleva ningún mal.
Quien vive una experiencia traumatizante, dolorosa o incómoda tiene algo que aprender y hasta que lo hace consciente no suele darse cuenta de la ayuda que se le ofrece..., es bueno estar ahí cuando nos necesiten no pasa nada porque no puedan apreciarnos en ese momento, sabrán que de tu acompañamiento o no y sin embargo estuviste ahí, a su lado.
ResponderEliminarXara, efectivamente nuestra entrega debe ser necesitada por el otro y si no es así, simplemente queda estar presente. Estar al lado. Estar.
ResponderEliminarBesos