Cuando nos hablan de
sorpresas casi siempre las tenemos un poco de miedo. ¿hay muchas sorpresas buenas?
¿Generalmente son malas? ¿algunas nos sorprenden? ¿Otras no nos cogen de improvisto?
De cualquier forma,
queramos o no, las sorpresas se producen. La vida es cambio y en ese cambio
pasan muchas cosas, aunque a penas te muevas de tu” tiesto”.
Nos parece que todo
permanece igual un día y otro y otro más. Pero no. Por poco que nos movamos en
la vida, ésta es diferente a cada rato y a veces nos espera con un cartel que
lleva nuestro nombre.
La vida está llena de
posibilidades. Están ahí, esperándonos a todos. Mucha gente coge hasta demás;
otras personas se quedan cortos, pero lo que es innegable es que todos tenemos nuestros
momentos, nuestro destino esperándonos, nuestra historia no vivida detenida en
el tiempo hasta que soltemos el miedo a fluir con lo que tenga que suceder.
Las personas que
buscan continuamente retos nuevos suelen cansarse pronto de ellos y en esa
búsqueda sin fin van gastando la vida como si la consumiesen ansiosos de tener
siempre más y mejor. Sin embargo, la timidez es incompatible, también, con las
experiencias que tenemos que vivir cada uno. Lograr el equilibrio exacto es un
objetivo de importante conquista.
Necesitamos un
equilibrio porque todo en exceso es perjudicial; más quizás que por defecto.
Muchas veces llegas a
la conclusión de que la paz, la calma, la serenidad es la mejor opción para
tener una vida equilibrada. De qué nos vale una vida intensa, llena de
adrenalina que nos envenene la sangre poco a poco. De qué vale estar en la cresta
de la ola más alta, si la caída será segura y desde mayor altura. De qué vale
el autoengaño si la realidad siempre se impone con crudeza cuando te niegas a
ver.
Nada hay más sencillo
que aceptar tu destino y esperarlo con paciencia. Seguro que dentro de poco ves
tu nombre en el cartel de la vida esperándote, como si de un vuelo a un país
exótico se tratase y alguien lo llevase consigo para tranquilizarte al bajar
del avión.
Tienes que estar segur@
de que tu oportunidad está ahí, a la espera de que le digas tu nombre. Ella te
recogerá en la sala de espera del aeropuerto de la vida en el que todos nos
encontramos.
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