He guardado la frase
que ayer me regaló el té de la noche:
“Empty yourself and let the universe fill you”
“Vacíate y deja que el universo te llene de nuevo”.
Estamos demasiado llenos, repletos
de todo, saturados de problemas, angustias, idas y venidas, desconciertos,
miedos o inseguridades. Del resto de las emociones positivas y brillantes,
nunca estamos realmente colmados.
Lo que nos pesa es lo que lleva
hierro encima. Todo aquello que encoge el alma y la arrastra al verdadero infierno
de la desesperanza. Porque el infierno existe, sí pero está aquí. Como el
cielo. Lo que llamamos paraíso lo llevamos con nosotros y nadie, absolutamente
nadie puede vivirlo por nosotros.
No hay más remedio que vaciarse si
queremos ser llenados de nuevo. Abrir puertas y ventanas, separar armarios,
romper papeles, ordenar cajones, hacer espacio adentro. De otro modo, por mucho
que el universo, dios, la fuerza poderosa de la naturaleza o cualquiera de las creencias
que nos guían nos auxilien, no podrán depositar ni una sola gota de vida nueva,
de pasión y esperanza o de emoción para renovarnos y continuar.
Hay que estar atentos a las
señales, que hay muchas, ligeros para volver la mente a lo que el corazón
grita, solícitos para hacer llegar a nuestra vida lo que remedie las amarguras,
las inseguridades o los desconciertos.
Que la voluntad se alíe a nuestro
favor para ser tan fina y transparente como la capa translúcida de una pompa de
jabón. Porque de ese primer paso, con el que iniciamos un nuevo camino, un
nuevo tiempo o un espacio distinto, saldrá una auténtica carrera de fondo en la
que el premio está asegurado.
Que el universo nos llene por
completo de alegría, de buenas vibraciones y de esa sensación inmensa de sentir
que todo está a nuestro favor.
Ese fue el deseo de esta pasada
noche del mágico té. No solo para mí, sino para todo lo que está en contacto
conmigo. A vosotros, a través de este blog, os corresponde una gran parte de
ese deseo, por leerlo y por ser parte muy importante de éste, mi TODO.