Cada
circunstancia que nos sucede, lo que vivimos día a día o aquello que los demás
nos proponen para vivir, no es unívoco. Hay dos caras en ello. Una realidad que
puede observarse en la superficie y otra que se traslada al alma; que se
interpreta en el contexto de lo que uno siente, de lo que espera o de la
referencia de lo que tuvo.
La
experiencia me demuestra que todo está sometido a cambio. Que el agua del río no
pasa dos veces por el mismo lugar y que es estúpido aferrarnos a lo que fue
porque deja de tener sentido en lo que está.
Los
que dependemos tanto del mundo interior y de su peculiar formas de recomponer el
sentido, nos vemos abocados, una y otra vez a la equivocación. No sirve el
paisaje que se pintó con las emociones del ayer porque el hoy trae las suyas
propias y lo más seguro es que nada tengan que ver con las que pasaron. Uno se
empeña en igualarlas sin sentido porque perdemos el peso de nuestro gozo en el
pensamiento mágico de lo que ya es diferente.
Me
gustaría ser camaleónica y adaptarme al color del mundo cuando cambia. Me encantaría
variar mi forma, mi modo de actuar y de sentir, nada más que advierto que ya no
es útil moverse como hasta entonces; lo más curioso es tener una gran capacidad
de análisis y una escasa movilidad ejecutoria.
Me
digo a mi misma que tengo que abandonar patrones viejos. Que no sirve querer
acomodar lo que tenemos a la talla de lo que estuvo. Cada tiempo tiene sus
propias dimensiones, sus afanes y su sentido y solamente puede aportarnos
sufrimiento querer ver lo mismo donde hay otra cosas distinta.
El
aprendizaje está en dar un salto por encima de los recuerdos, de los detalles y
de las pinceladas. Poder ver el cuadro completo. Saltar la mota contenida en
una esquina del espejo…y seguir reflejándonos en él.
Estoy
en ello. Tal vez lo consiga.
Claro que lo puedes lograr; fíjate que tengo una reproducción de una chimenéa en donde unos leños arden y en cada ocasión que me detengo a observar dicho cuadro le enecuentro un significado diferente. Una vez se me figuran almas que arden y en otras sentimientos unos fuertes otros apacibles que bullen y en ocasiones de desconsuelo las llamas me parecen sentimiento frios sin calor, sin sentido.
ResponderEliminarComo dice el Marqués, creo que necesito un baño de "ruda" para quitarme este olor a mar y a azufre y asi limpiarme por fuera para que se refleje en un interior nuevo y simple que me permite volver al cuadro y observarlo sin tanta trascendencia o sea un reflejo de tranqulidad, de paz, de armonia de quienes se calientan al calor de sus brazas.
Saludos, Flor y Nata, cada aporte tuyo es una oportunidad de reflexionar sobre nuestra vivencias y nuestros sueños.
Orange
El fuego siempre arde, el agua siempre limpia, el viento siempre sopla..Gaia...siempre cobija. No hay espejismos con ellos, son de verdad*.
ResponderEliminar