Si no amas estás perdido.
Si no te emocionas con lo que tu corazón te dicta, estás perdido.
Si no eres capaz de saborear el dulce gusto de una sensación lejana, estás perdido.
Si no luchas por lo que te hace sentir humano, estás perdido.
Si no gritas lo que tan dentro te enferma, estás perdido.
Si no encaras tus demonios y los enfrentas, estás perdido.
Si no lanzas tus vista lejos y alto, para empapar tus ojos de belleza, estás perdido.
Si no sueltas las bridas que te amarran a la pata de tu sillón, estás perdido.
Si no te desnudas ante la luz de la luna y juegas entre sus brillos, estás perdido.
Si sabiendo dónde está tu felicidad no alargas la mano y la alcanzas, estás perdido.
Si no dejas que el aire fresco roce tu cara y se haga la luz en medio de tu frente, estás perdido.
Si te abandonas a la demoledora rutina de no tener la ilusión pegada en tus venas, estás perdido.
Si no te importa seguir viviendo con la muerte del alma como una sombra por delante de ti, estás perdido.
Si no rezas la oración sin palabras hecha de sueños y anhelos, estás perdido.
Si no pides que el destino salve la chispa divina que nació del amor fiero, estás perdido.
Si no amas más y más, siempre e infinito,
estás perdido.