Hay un refrán que reza…”
quién guarda, halla”…pero a veces lo que se halla no es lo que deberíamos haber
guardado. Tenemos la vieja costumbre de amontonar cosas que no sirven ya. Que
estamos seguros de no volver a poner, de no tener necesidad de ellas porque
hace mucho tiempo que no las utilizamos y porque su momento de uso, pasó. Sin
embargo, nos empeñamos en dejarlas quietas, ahí en su rincón tal vez por si
algún día llueve, por si hace frío, por si vienen mal dadas, por si no tenemos
nada mas o simplemente por dejación y abandono.
Cuando uno limpia los armarios se siente liberado. Es como
si una losa hubiese dejado de aplastar nuestras espaldas y con la satisfacción
de comenzar de cero, poder sacar la basura al contenedor.
No podemos llenarnos de algo plenamente si hay aún un hueco,
aunque sea visual, para aquello que espera ser tirado y nunca se tira. Es una
especie de absurdo juego mental que te atrapa sin sentido.
Los cajones deben estar limpios esperando llenarse de nuevo.
Las estanterías colocadas en su sitio para colocar flores y fotografías con
imágenes del presente y sobre todo, todos los espacios del corazón rebosantes
de alegría esperando la tranquilidad de romper las cadenas con un pasado que no
existe, ni volverá a existir jamás.
Acumular no sirve de nada porque entre lo que se amontona
hay viejos trajes que no encajan en nuestro cuerpo, faldas antiguas con vuelos
sin gracia, chaquetas oscuras con botones negros, jerséis descoloridos y
apretados que no podemos poner y un sinfín de pañuelos sin uso que jamás volverán
a lucir en nuestro cuello.
Si no eliminamos lo que sobra en nuestra vida, no podremos
abrazar lo que esta nos regala de nuevo. No cabe del todo.
No hace falta valentía porque la misión es mínima, solamente
hace falta decisión para romper el fino hilo que nos mantiene ligados a una
quimera, aun desamor, a un imposible o a un absurdo.
Después de todo, ¿para qué se necesita lo que no calienta,
no da luz y no cobija? ¿Para qué lo que
ya no está y ya no es?.
Respiremos
profundo para tomar el aire nuevo de un nuevo tiempo y comencemos de cero, otra
vez, una y mil veces más.