“Las
posibilidades crean oportunidades” o permiten que aparezcan.
Acabo de escuchar esta frase. Me ha
parecido de alto voltaje. Efectivamente, estamos encerrados en nuestros propios
problemas de forma tan conclusa que no vemos, que no observamos, que no
encontramos posibilidades. Caminos diferentes para salir adelante por otro
lugar, de otra forma.
Nos movemos en círculos de comodidad;
nos gusten o no. Ahí nos encontramos seguros. Repetimos rutinas que no nos
llevan lejos, que nos colocan siempre en el mismo sitio, como si de una maceta
se tratase. “Ya se asentó”, “Está bien
colocado”…y frases de estilo semejantes son
las que escuchamos con frecuencia para alabar una situación de
estabilidad e inmovilismo.
A
veces, hay que advertir las posibilidades que nos rondan porque ellas nos
traerán oportunidades que ni soñamos.
Cada
acción que realizamos trae consecuencias que no sospechamos. Ninguna es perdida
y, posiblemente, lo que no tiene una respuesta inmediata la tendrá con el
tiempo, de forma que si miramos atrás podemos atar cabos, unir puntos y enlazar
consecuencias.
El
inmovilismo nos deja seguros pero a veces infelices durante largos años. Estar
abierto a las posibilidades es abrazar oportunidades y cambios que tal vez mejoren
nuestra vida tanto como habíamos deseado.
El
miedo a dar pasos nos convierte en inválidos. Personas que analizan pero no
ejecutan; que se encierran en la queja enfocándose en lo que les falta, pero no
haciendo nada por lograr lo que les gustaría.
La
mente es lo más y lo menos al mismo tiempo. Lo puede todo y se puede quedar en
nada.
Toma
tiempo para ti. Mira a ver qué hay en tu vida en lo que podrías avanzar,
mejorar o ser más feliz.
No
tengas miedo.
Si
lo tienes, hazlo igualmente.
Lo
que tienes lo conoces. Lo que está por venir siempre podrá contener lo que no
te gusta y lo que te encanta.
Eso ya es mejorar.
Eso ya es mejorar.