Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 21 de enero de 2017

CONSTRUYENDO PUENTES; DERRIBANDO MUROS



Entramos en una era histórica en la cual parece que todos los intentos por acercar el hombre a su humanidad van en retroceso. Es como una especie de involución en la que triunfan los “ismos”.

Más individualismo, más racismo, más egocentrismo, más consumismo, menos humanismo… y un sinfín de términos semejantes que asoman para quedarse por un tiempo.

Hay una vuelta atrás en la corriente humanizadora que épocas pasadas. Nos separamos más, en vez de acercarnos mejor.
Construir muros no es el camino. Trazar puentes abre campo hacia el encuentro.

Veamos este breve relato. A veces, cuando el puente está tendido, los pasos se dan solos. 

Empecemos a construir para seguir encontrándonos.

_______________________________________________________________________

“Había una vez dos hermanos, Tomás y Javier. Vivían uno al frente del otro en dos casas de una hermosa campiña.

Por problemas pequeños, que al acumularse sin resolverse se fueron haciendo grandes con el tiempo, los hermanos dejaron de hablarse. Incluso evitaban cruzarse en el camino.

Cierto día llegó a la casa de Tomás un carpintero y le preguntó si tendría trabajo para él. Tomás le contestó:

—¿Ve usted esa madera que está cerca de aquel riachuelo? Pues la he cortado ayer. Mi hermano Javier vive en frente y, a causa de nuestra enemistad, desvió ese arroyo para separarnos definitivamente. Así que yo no quiero ver más su casa. Le dejo el encargo de hacerme una cerca muy alta que me evite la vista de la casa de mi hermao.

Tomás se fue al pueblo y no regresó sino hasta bien entrada la noche.

Cuál no sería su sorpresa al llegar a su casa, cuando, en vez de una cerca, encontró que el carpintero había construído un hermoso puente que unía las dos partes de la campiña.

Sin poder hablar, de pronto vio en frente suyo a su hermano, que en ese momento estaba atravesando el puente con una sonrisa:

— Tomás, hermano mío, no puedo creer que hayas construído este puente, habiendo sido yo el que te ofendió. Vengo a pedirte perdón. Los dos hermanos se abrazaron.

Cuando Tomás se dio cuenta de que el carpintero se alejaba, le dijo:

—Buen hombre, ¿cuánto te debo? ¿Por qué no te quedas?

—No, gracias —contestó el carpintero—. ¡Tengo muchos puentes que construir!”.


miércoles, 18 de enero de 2017

¿LO HAS PROBADO ALGUNA VEZ?



Todos pasamos por etapas complicadas, por momentos difíciles, por situaciones que parece que no cesan en su empeño por ponernos frente a los fracasos, los errores o las desgracias.

En esos casos, cuando nos enredamos en el sufrimiento y nada nos alivia, es en realidad cuando podemos probar una técnica muy útil que suele darnos las respuestas que necesitamos.

Se trata de salirnos de la escena que protagonizamos. De tomar distancia y mirar desde fuera. Vernos actuando, diciendo, manejando dificultosamente las emociones más complejas. La ira, la tristeza, el rencor, la envidia… y tantas otras que nos emborrachan de malas sensaciones y nos incapacitan para avanzar y vivir serenamente.

Cuando logramos vernos “como si” fuésemos otros, entonces empieza a surgir una emoción muy interesante y sorprendente; entonces comenzamos a comprender el papel que jugamos en nuestra propia vida y en la de las otras personas que nos acompañan en esta travesía; entonces, y sólo entonces, surge la compasión, por nosotros mismos y por los demás.

Ser espectador nos proporciona una visión de calidad. Nos permite encontrar las respuestas que metidos en la vorágine del sufrimiento no encontramos nunca. 

No hace falta elucubrar, ni emplear el razonamiento ni la lógica a cada instante; eso no ayuda, todo lo contrario.

No hay que hacer nada. Solamente observar. Observarte. 

Observarle. Observarlo todo. En silencio. Adentro.

Hazlo. Empezarás a entender lo que va a sorprenderte.

Tómate un rato o ensáyalo a intervalos. En tu día a día. En cualquier momento.

Sal de la escena. Siéntate enfrente. Observa. Comprende.

martes, 17 de enero de 2017

LOS BESOS QUE NO SE DAN



Los besos que no se dan saben  a vacío,

A hinojo seco en praderas sin hierba.

A olvido raudo en el fondo de la pena.

Los besos que no se dan,

 no corren sino vuelan,

De las ganas al hastío, 

del miedo a las tinieblas.

Aquellos que se congelan en la lengua,

Los que de rojos se convierten en magenta.

Los que anidan en mis ojos

 y se confunden con la menta.

De chocolate niño quiero yo los besos,

De bizcocho tierno y piruleta.

De tardes grises hechas nuevas

Y de olvidos viejos que no cesan.

Los besos que no se dan, aquí quedan,

Deseando salir a la boca que se cierra.  

domingo, 15 de enero de 2017

LAS PALABRAS SON VENTANAS (O SON PAREDES)



He conectado con estos versos. Mi corazón ha vibrado con ellos; mi pensamiento también.

Soy una enamorada de la palabra. También soy consciente de sus consecuencias; de su suavidad o de su aspereza; de su dar vida o muerte.

Lo comparto.
________________________________________

Siento que tus palabras me sentencian,

 que me juzgan y que me apartan de tí,

pero antes de irme, tengo que saber 

si eso es lo que quieres decirme.

Antes de erigirme en mi defensa,

antes de hablar herida o asustada,

 antes de levantar esa pared de palabras,

quiero saber si verdaderamente te he oído

Las palabras son ventanas o paredes;

nos condenan o nos liberan.

Ojalá que al hablar o al escuchar

 resplandezca la luz del amor a través mío.

Hay cosas que necesito decir,

cosas muy significativas para mí.


Si no me expreso claramente con mis palabras,

¿me ayudarás a ser libre?

Si te pareció que quise rebajarte,

si creíste que no me importabas,

trata de escuchar a través de mis palabras 

los sentimientos que compartimos.



Ruth Bebermeyer.