Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 8 de septiembre de 2016

¿DÓNDE ESTÁ TU DIOS?



Apenas hace unos días leí esta frase. Me hizo pensar. Llegó a mi corazón directa como una flecha. Sobre todo y más que nada, porque ella se acerca a la verdad desde todos sus ángulos.

Puedes no creer en Él. Puede existir o no. Puede que incluso sea para unos y nunca para otros, pero si cada uno le encuentra existirá para siempre en él y más allá de él.

No me gustan las instituciones que se apiñan en torno a la idea de los dioses, es como desvirtuar el concepto de lo divino al pasarlo por la criba de lo humano. Me pego mal a las ideologías y los estamentos. No me convencen los ritos, los signos y las consignas.

Creo en mi Dios interior. En esa fuerza que me impulsa. En el silencio que me invade. En todo lo que hay en mí y no tiene nada que ver con lo material. En lo que de mi me trasciende aquí. En lo que intuyo y en lo que siento más allá de lo que imagino.

Al menos, en mi existe por tanto es y está.

Os dejo la frase:

“…Si miras a tu alrededor, puedes encontrar el rostro de Dios en cada cosa, pues él no se esconde en una iglesia, o una mezquita o la sinagoga, el está en todos lados. Al igual que nadie vive después de mirarlo, tampoco nadie muere después de verlo. El que encuentra a Dios, se queda por siempre con él.”
Shams Tabrizi

martes, 6 de septiembre de 2016

VUELTA A LA VIDA NORMAL



Aunque no hayamos hecho nada espectacular, aunque nuestras vacaciones se hayan quedado en un sueño, volver al ritmo diario nos cuesta.

Incluso afirmaría que aunque nada se mueva a nuestro alrededor, los cambios en la vida de otros también nos afectan.
El verano es un tiempo diferente. Todo en él cambia. Lo primero la luz que nos baña. La distinta temperatura, la claridad del cielo, las largas noches calurosas que invitan a vivir la calle. Todo parece llevarnos a hacia el exterior. Hay un movimiento distinto, más rápido, más dinámico, más alegre.

A veces, esa alegría contrasta con las penas que llevamos dentro y en vez de sentirnos inmersos en momentos exultantes, aún nos imbuimos más en nuestros dramas personales.

Estar dentro no está mal. Pero estar en el interior replegado con un sándwich enrollado en los fantasmas de nuestra mente es la mayor opresión.

Volver a la vida normal, al final nos ayuda todos. A los que lo han pasado bien. A los que no se han movido de su rutina y hasta los que por circunstancias personales lo han pasado mal.

Conocemos lo que nos espera cada mañana y nos podemos dejar perder en aquello que hacemos en automático.

Volver a lo de siempre puede ser un alivio si logramos conquistar nuestra intención de mirar el día a día con apertura, dispuestos a mejorarlo con  pequeños cambios que nos regalemos para sentirnos mejor. Porque en definitiva y al final, lo único que perseguimos todos es la felicidad; a sorbos, a puñaditos o a pinceladas.

Felicidad que es sinónimo de estar en paz y a gusto con uno mismo siempre.

Miremos así la vuelta a la vida normal, aunque ni siquiera la hayamos dejado. Algo cambiaremos con la entrada en el otoño; al menos la ropa y el abrigo tierno del calor sobre el frío.



lunes, 5 de septiembre de 2016

¿ESTÁS SENTADO SOBRE TU COMODIDAD?



La comodidad es cara siempre. Lo peor es que los costes no sólo son económicos, sino emocionales y afectivos.

No nos arriesgamos o lo hacemos tímidamente, con miedo, con temor a perder lo que tenemos sea bueno o no.

Hay puertas invisibles y otras que se nos muestran llenas de peligros desde dentro; desde el interior de nuestro ser.

No vemos más allá. No queremos asomarnos por si es peor que lo que tenemos, pero a veces poco hay peor.

Hay un cuento que nos habla de salir por la puerta negra, por la puerta que recoge todos nuestros miedos.

Comenzamos el lunes abriendo puertas, aunque solo sea de rendija en rendija.
         
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“Érase una vez en un país muy lejano un rey que era muy polémico por sus acciones.
 
Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala. Los prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey gritaba diciéndoles:

-Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala.

Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y flechas, listos para cualquier acción.

-Ahora, continuaba el rey, miren hacia el rincón del lado izquierdo.
Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como decoración y el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. En verdad, algo verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho más para ver.

El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba:

- Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir clavados por flechas o abrir rápidamente aquella puerta negra mientras los dejo encerrados allí? Ahora decidan, tienen libre albedrío, escojan.
Todos los prisioneros tenían el mismo comportamiento: a la hora de tomar la decisión, ellos llegaban cerca de la horrorosa puerta negra de más de cuatro metros de altura, miraban los cadáveres, la sangre humana y los esqueletos con leyendas escritas del tipo: "viva la muerte", y decidían: -"Prefiero morir atravesado por las fechas."
Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a los arqueros de la muerte y decían al rey:

- "Prefiero ser atravesado por flechas a abrir esa puerta y quedarme encerrado".

Millares optaron por lo que estaban viendo que hacían los demás: elegir la muerte por las flechas. 

Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del "pelotón de flechas" estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: - "Sabes, gran rey, yo siempre tuve una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta negra?"
El rey respondió: Pues bien, ve y abre esa puerta negra." 

El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y sintió un rayo puro de sol besar el suelo de la enorme sala, abrió un poco más la puerta y más luz y un delicioso aroma a verde llenaron el lugar.

El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a un gran camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba hacia la libertad.”