La comodidad es cara siempre. Lo peor es que los costes no sólo son
económicos, sino emocionales y afectivos.
No nos arriesgamos o lo hacemos tímidamente, con miedo, con temor a perder
lo que tenemos sea bueno o no.
Hay puertas invisibles y otras que se nos muestran llenas de peligros desde
dentro; desde el interior de nuestro ser.
No vemos más allá. No queremos asomarnos por si es peor que lo que tenemos,
pero a veces poco hay peor.
Hay un cuento que nos habla de salir por la puerta negra, por la puerta que
recoge todos nuestros miedos.
Comenzamos el lunes abriendo puertas, aunque solo sea de rendija en
rendija.
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“Érase una vez en un país muy
lejano un rey que era muy polémico por sus acciones.
Tomaba a los prisioneros de guerra y los
llevaba hacia una enorme sala. Los prisioneros eran colocados en grandes
hileras en el centro de la sala y el rey gritaba diciéndoles:
-Les voy a dar una oportunidad, miren el
rincón del lado derecho de la sala.
Al hacer esto, los prisioneros veían a
algunos soldados armados con arcos y flechas, listos para cualquier acción.
-Ahora, continuaba el rey, miren hacia el
rincón del lado izquierdo.
Al hacer esto, todos los prisioneros
notaban que había una horrible y grotesca puerta negra, de aspecto dantesco,
cráneos humanos servían como decoración y el picaporte para abrirla era la mano
de un cadáver. En verdad, algo verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho
más para ver.
El rey se colocaba en el centro de la sala
y gritaba:
- Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes
quieren? ¿Morir clavados por flechas o abrir rápidamente aquella puerta negra
mientras los dejo encerrados allí? Ahora decidan, tienen libre albedrío,
escojan.
Todos los prisioneros tenían el mismo
comportamiento: a la hora de tomar la decisión, ellos llegaban cerca de la
horrorosa puerta negra de más de cuatro metros de altura, miraban los cadáveres,
la sangre humana y los esqueletos con leyendas escritas del tipo: "viva la
muerte", y decidían: -"Prefiero morir atravesado por las
fechas."
Uno a uno, todos actuaban de la misma
forma, miraban la puerta negra y a los arqueros de la muerte y decían al rey:
- "Prefiero ser atravesado por flechas
a abrir esa puerta y quedarme encerrado".
Millares optaron por lo que estaban viendo
que hacían los demás: elegir la muerte por las flechas.
Un día, la guerra terminó. Pasado el
tiempo, uno de los soldados del "pelotón de flechas" estaba barriendo
la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con toda reverencia y un poco
temeroso, preguntó: - "Sabes, gran rey, yo siempre tuve una curiosidad, no
se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta
negra?"
El rey respondió: Pues bien, ve y abre esa
puerta negra."
El soldado, temeroso, abrió cautelosamente
la puerta y sintió un rayo puro de sol besar el suelo de la enorme sala, abrió
un poco más la puerta y más luz y un delicioso aroma a verde llenaron el lugar.
El soldado notó que la puerta negra daba
hacia un campo que apuntaba a un gran camino. Fue ahí que el soldado se dio
cuenta de que la puerta negra llevaba hacia la libertad.”