Unos no lo dicen e incluso no quieren ni pensarlo y buscan
solamente placeres para tapar el vacío de lo que duele; otros, por el contrario,
lo dicen a todas las horas por creer que eso lo aminora.
“El dolor es inevitable, el sufrimiento elegido.” Esta frase tan
popular, no es cierta del todo. Uno no elige sufrir, a no ser que tenga un
trastorno de personalidad. Lo que de verdad uno quiere es estar tranquilo,
sentirse bien y tratar de desarrollar la vida con lo mejor que uno es.
La verdad es que, de una forma u otra, el dolor llega, el
sufrimiento también. Sin duda, hay herramientas paliativas. Cambios de hábitos,
rutinas diferentes y hasta formas y maneras de estar en el día a día distintos.
A veces, no sirve de nada o de muy poco y lo único que vemos que da resultado
es el tiempo.
Lo peor del sufrimiento es que sea gratuito e innecesario; aquel
que no tiene razón de ser y se produce. Ese duele más. Pero lo cierto es que
querer terminar con él lo ancla más fuerte en nosotros porque todo a lo que nos
resistimos persiste.
Tengo siempre confianza en el destino de cada uno, en la misión
que uno trae aquí cuando nace y en esas fechas, esos sucesos y esas sorpresas
que la vida te da sin que las esperes.
Tengo fe en la propia dinámica de la existencia de cada cual y
en que a pesar de lo que nosotros queramos o no, la vida cumplirá lo que
preparó para nosotros.
Sufrir es inútil pero inevitable, muchas veces. Guardar
rencor es aún más innecesario porque es un veneno que consume uno solo.
Posiblemente, el sufrimiento no tiene razón ni sentido porque la
vida es muy corta y muy simple. Todo lo complicamos nosotros de forma terrible.
Por eso, dejemos pasar el tiempo y que se lleve todo lo que
sufrimos.
Solo hay que esperar.
Algo bueno pasará.