Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 31 de agosto de 2012

PARCHEANDO EL CORAZÓN

A nuestra edad ningún corazón está liso. Todos tienen parches que tratan de suturar heridas aún tiernas o cubrir cicatrices de las ya pasadas. El territorio que ocupan los rasguños nos indica el camino del aprendizaje que vamos haciendo. Un mapa nada común que hemos trazado a golpe de lágrimas pero también a impulsos de voluntades.
Cuando tenemos un problema, dos…cien…y todos parecen darse cita a la vez, el corazón tiende a encogerse, se arruga, se pliega y repliega sobre sí mismo y de tanto estar retorcido va ejercitándose y siendo diestro en el arte del despliegue. Poco a poco va conociendo cómo estirarse, de qué forma volver a su estado natural tras los envites y sobre todo logra, en contra de lo que sería normal, estar más liso, ser más flexible y adaptarse mejor a aquello que se resuelve a través del amor.
El motor del corazón solamente necesita un combustible, sólo una gasolina capaz de impulsarlo de nuevo tras las caídas por duras que fuesen, nada más que un aliento cercano que de nuevo pose su mano sobre él y lo acaricie tiernamente para recordarle cómo se ama.
Debemos entender que el corazón es la plataforma del alma para anunciarnos que la vida se vive a sí misma a través de él y que queramos o no, inexorablemente va a seguir su curso. Este axioma ayuda a superar las dificultades y a entender que nada es tan terrible y definitivo que no pueda sanarse.
Todos quisiéramos tener siempre esa caricia cercana que a través de una simple mirada nos hiciese partícipes de su complicidad, de su apoyo incondicional y de la fuerza cedida como una chispa ignífuga con la que poder encender la nuestra de nuevo. A veces, uno cuenta con ello. Otras no. Pero en cualquier caso, el aliento divino está en nosotros.
 Basta cerrar los ojos y respirar profundo. Dejar la mente en blanco y confiar, siempre confiar en que la ayuda que ansiamos ya se ha puesto en marcha.
El universo no nos olvida. Recordémonos a nosotros mismos también.  Estamos ahí, como otras veces, preparados para comenzar de nuevo.
¡Feliz día!

2 comentarios:

  1. Anselm Grün, monje Benedictino que escribe sobre psicología profunda y espiritualidad, habla de las heridas como perlas que nos alimentan y de las que podemos nutrirnos y aprender lecciones valiosas de vida sobre nosotros mismos y nuestra verdadera esencia.

    Encentro la reflexión cierta y esperanzadora, pero hay corazones a los que parece les costara más sanar y confiar. Se han endurecido un poco más tal vez para no sentirse tan expuestos a recibir más heridas.

    Un saludo cordial y gracias.

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  2. Sí Fer, es verdad. Lo que sucede, muchas veces, es que endurecemos el corazón para que resista más los ataques...pero siempre hay rendijas que dejan pasar el dolor, por eso hemos de armarle de sabiduría y paciencia para acetar lo que llegue y para luchar por lo que amamos.
    Un beso y gracias por participar!!

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