¿Habías
pensado alguna vez en ello?.
Tu
cuerpo es un espejo delicadísimo que refleja cada tramo de tu vida. Es un
auténtico mapa en el que se van señalando cada emoción que tengas, cada frustración,
cada alegría, cada esperanza, cada anhelo, cada experiencia.
Nuestro
cuerpo refleja todo, hasta cada uno de nuestros pensamientos porque ahí se
cocina el menú de todos los desajustes físicos que padecemos.
Es
como si estuviésemos dentro de una burbuja de finísimas y porosas paredes. El
exterior no existe sin nosotros. Somos, individualmente, los que configuramos
el sentido de nuestras experiencias. La realidad no es la misma para todos
porque cada uno aplicamos nuestros filtros.
Creencias,
trabas, prejuicios, opiniones, imposiciones…ancladas en lo que somos en el
punto que estamos, determinan lo que experimentamos y cómo lo interpretamos.
Surgen pues los pensamientos que le dan forma y ahí es dónde decidimos, aun sin
saber que lo hacemos, cómo nos va a afectar. Ponemos nuestra atención y toda
nuestra energía en creer que la realidad es de una forma y lo es. Exactamente
como pensamos porque la habremos creado nosotros a nuestra medida.
Si
estamos tomando decisiones que nos causen continuamente estrés y displacer, esto
se convertirá muy pronto en un síntoma que tomará asiento en nuestro organismo
como un padecimiento o enfermedad.
El
proceso es sencillo y muy rápido. En gran medida es una buena noticia porque si
somos nosotros los que vamos diseñando nuestras dolencias, también podremos
invertir en recorrido y curarnos con pensamientos revertidos.
Somos
energía. Una poderosa energía que es capaz de irradiar fuera de sí multitud de
chispas de esencia pura que afectan a otros, que interfieren con ellos y que entre
todos, transitamos por un mar de influencias invisibles que configuran el
estado de la realidad y la vida.
Es
interesante saberlo para poder intervenir en nuestra propia sanación. También
lo es porque de alguna forma, todos influimos en todos y vamos rodando a la vez
en el tiempo que nos toca estar juntos.
Tu
cuerpo es el espejo de tu vida. Analiza lo que en ella te duele, aquello con lo
que no estás a gusto, lo que te hace sentir mal, de lo que eres responsable y
de cómo quieres cambiarlo.
Trasforma
tus pensamientos. Cambia el malestar por una reconexión contigo.
Respira,
retén el aire y exhala. Párate. Hazlo de nuevo.
Todo
será distinto. En el espejo habrá otra imagen y aquello que te dolía o era una
enfermedad, cambiará también.
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