Siempre
me ha llamado la atención la papiroflexia. Es un verdadero arte. Sin apenas
nada, tener el poder de crear formas, a veces, complejísimas que parecen cobrar
vida en el instante que se terminan.
Ayer
vi pasando por el cauce de un río, un origami. Era una especie de pato; más
esbelto, más afable; delicadamente sutil. Navegaba erguido en uno de los surcos
de la orilla. Se balanceaba con cada ondulación que el agua formaba en la
superficie y describía, a su paso, estelas de elegancia que le perseguían haciéndole
cada vez más poderoso y altivo.
Me
quedé mirándolo largo rato hasta que se perdió de mi vista. Casi parece un imposible
darte cuenta cómo con, tan sólo, una
hoja de papel y las manos se puedan dar forma a objetos que cobran existencia
real y casi vida propia.
Hay
que emplear mucha precisión al doblar el papel; tener mucha paciencia para aprovechar
los milímetros que puedan suponer un error. Corregir sobre la marcha lo que
haya podido quedar mal. Recorrer otro camino cuando un doblez nos indica que
nos hemos equivocado. Saber que punta hemos de doblar y como retroceder el
papel para que se convierta en alas, patas, columnas, caras, picos, ángulos o
vértices.
La
propia vida es un gran origami. Una arquitectura de papel que hemos ido
construyendo con nuestras manos, con nuestra mente, con los pensamientos con
los que reaccionamos ante lo que nos sucede; un verdadero arte siempre por
descubrir. Nunca habremos aprendido del todo. Siempre existirá algo novedoso y
sorpresivo.
Hay
caminos mal recorridos que nos han obligado a doblar de nuevo el papel que
jugamos en nuestro día a día, errores de precisión que nos han traído
consecuencias fatales y que en muchas ocasiones nos han obligado a arrugar la
base y comenzar de nuevo.
Líneas,
dobleces, extracciones, puntas introducidas, líneas marcadas, juego de
manos e instrucciones mentales que hacen
que más tarde comencemos a saber por dónde volver a doblar y de qué forma hacerlo.
Piensa
qué figura representaría tu vida; o éste momento en el que te encuentras.
Búscala y observa cómo se ejecuta.
Piensa
si tu existencia sigue esos dobleces. Retoma caminos perdidos si son certeros.
Dobla por otros nuevos si te conducen a la figura final.
¿Lo
harás?
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