No
estamos acostumbrados a observar sin evaluar. Rápidamente aparece el juicio
cuando miramos algo. Nuestros ejércitos de prejuicios, creencias, valores y
contravalores se ponen en guardia, a la mayor brevedad, para construir un
juicio que permita asimilar lo que observamos como cercano a nosotros o
rechazarlo por lo contrario.
Nos
han enseñado, y lo hemos aprendido muy bien, el arte de la crítica. Impresiones
que no siempre se acercan a la sensatez
o la cordura y, que en muchas ocasiones, pasan el filtro de lo coherente
por encajar en lo que somos.
No
estaría de más aprender esta herramienta también. Observar. No emitir juicios.
Obtener datos. Aplicar el ojo plano. No calificar. No condenar.
Muchas
veces, hacemos lo contario con tanta
rapidez que no medimos las consecuencias, ni las equivocaciones, ni el posible margen
de error. Nos dejamos llevar por el ánimo alterado, por la distorsión de los
recuerdos, por la asimilación con situaciones parecidas… y nos confundimos.
Encontré
estas reflexiones. Las comparto.
“…Puedo
aceptar que me digas
Lo
que hice o lo que no hice.
Y
puedo aceptar que lo interpretes,
Pero,
por favor, no mezcles las dos cosas.
Si
quieres confundir cualquier cuestión,
Puedo
decirte cómo hacerlo:
Mezcla
lo que yo hago
Con
tu reacción por ello.
Dime
que te decepciona
Que
dejé las cosas sin terminar,
Pero
con llamarme “irresponsable”
No
me vas a motivar.
Y
dime que te sientes dolida
Cuando
no acepto tu insinuaciones,
Pero
al decirme que soy un hombre frígido
No
mejoras tus perspectivas.
Sí,
puedo aceptar lo que me digas
Lo
que hice o lo que no hice.
Y
puedo aceptar que lo interpretes,
Pero,
por favor, no mezcles las dos cosas.
Marshall Rosenberg
Del
Libro: “Comunicación no violenta”.
No vale de nada calificar o
descalificar de inmediato. Es más práctico y motivador explicar los hechos tal
y como son. Pero sobre todo, comentar cómo nos sentimos con ellos, expresar
nuestras necesidades y dejar que siga el curso de los acontecimientos.
Lo
que nosotros no podemos cambiar en ninguna persona, la propia vida lo
reconducirá.
Nadie puede trasladar su experiencia a nadie en forma de resultados pretendiendo que la otra persona los asuma como propios. Cada uno debemos tener los nuestros después de vivir lo que otros quieren evitarnos.
Observa.
No juzgues. Expresa tus sentimientos. Comenta tus necesidades.
Comprende.
Suelta.
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