Lo
leo todas las noches antes de dormir. Lo comparto con vosotros.
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Sabias palabras del siglo XV, perfectamente aplicables al mundo del siglo
XXI:
1. Lo primero es mejorar la salud
Decía que para ello hay que respirar profunda y rítmicamente al aire libre,
llenando bien el abdomen. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de
agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más completo
posible, evitar el alcohol, el tabaco y la automedicación, así como bañarse
diariamente.
2. Desterrar absolutamente del estado de ánimo, por más motivos que
existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y de
pobreza.
O sea, para ello debe huirse, como de la peste, de toda ocasión de tratar a
personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas,
vanidosas, vulgares, o que la base de sus ocupaciones y conversaciones sean
tópicos no éticos ni morales. Esta regla es de importancia decisiva, por cuanto
se trata de cambiar la contextura espiritual del alma. La suerte no existe y el
destino depende de los propios actos y pensamientos.
3. Hacer todo el bien posible
Esto es, auxiliar a todo desgraciado siempre que se pueda, pero jamás tener
debilidades por ninguna persona. Cuidar las propias energías y huir de todo
sentimentalismo hueco.
4. Olvidar toda ofensa, más aún: esforzarse por pensar bien siempre
Por ejemplo, todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz
interior. Hay que destruir todas las capas superpuestas de viejos hábitos,
pensamientos y errores que enmascaran la profunda esencia del ser, que es
perfecta.
5. Recogerse todos los dias, por lo menos media hora, en donde nadie pueda
perturbar
Explica que eso fortifica enérgicamente el cerebro y pone en contacto con
las buenas energías. En ese estado de recogimiento y silencio, suelen surgir a
veces ideas luminosas, que con el tiempo uno se llega a percatar que fueron un
elemento fundamental para la solución de problemas. Y es que ellas brotan de
esa dimensión profunda y honda del ser humano a la que Sócrates llamaba daimon.
6. Guardar silencio de todos los asuntos personales
O sea, abstenerse, como si se hubiese hecho un juramento solemne, de
referir a los demás, todo cuanto se piense, se oiga o se descubra, hasta tanto
se verifique, compruebe o se tenga la completa certidumbre.
7. Jamás temer a los seres humanos, ni que inspire sobresalto la palabra
“mañana”
Decía Paracelso, que cuando el alma está fuerte y limpia, todo sale bien.
Jamás creerse solo, ni débil. El único enemigo a quien se debe temer es a uno
mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los
fracasos, atraen las malas energías y con ellas el desastre. Si se estudia
atentamente a las personas triunfadoras, se verá que intuitivamente observan
gran parte de las reglas que anteceden. Por otro lado, la riqueza no es
sinónimo de dicha.
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