Seguramente todos
nos hemos encontrado con personas con las que después de estar nos sentimos
mal; cansados, abatidos y sin energía vital.
Su influencia es
sorda e invisible. Extienden su negatividad incolora sobre los que se acercan a
ellos y la incrustan en la zona emocional de nuestro mapa de conducta.
He leído este
artículo y creo que es interesante para reflexionar sobre el tema.
Lo comparto.
“Todos somos depredadores emocionales alguna que otra vez”. Tomarse las cosas a título personal, te convierte en una presa fácil para esos depredadores, los magos negros… Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno.”
Dr. Miguel Ruiz
Los vampiros emocionales son personas normales cargadas de
negatividad, se alimentan de nuestra energía y buen humor. Suelen hipnotizarnos
con su cordialidad y encanto transmitiendo una gran confianza, pero tras entrar
en nuestra vida, comprobamos que aumentan su autoestima devaluándonos y
manipulándonos.
La
mayoría de estas personas arrastra un egoísmo semejante al de los niños, (
caprichos y rabietas, lo quiero ahora), donde sus necesidades se convierten en
las únicas importantes. Nunca cometen errores, ni admiten equivocaciones ni se
sienten culpables. No valoran el esfuerzo, el apoyo, ni el afecto ajeno, ellos
quieren su propio beneficio, y en el caso de ofrecer su ayuda, suelen encubrir
“extraños” motivos. Suelen utilizar nuestra información para dañarnos.
La mejor opción para escapar a su sometimiento, consiste en
alejarse
de ellos, sin olvidar jamás que somos nosotros los que debemos de asumir
siempre el control. Tratarán de cambiar nuestras normas y actitudes, hasta
modificar nuestros valores y enemistarnos incluso con los seres más queridos.
Emplearán su potencial negativo para propiciar la confusión y el miedo;
controlarnos y modificar nuestro nivel de energía positiva.
Debemos
de evitarlos sin escapar asustados, sin renunciar a nuestra fuerza
intrínseca que nos hace en caso de que seamos valientes, menos vulnerables.
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