Cada vez estoy más conforme con la filosofía sanadora hawaiana del Hopponopono. "Sanar un error", "corregir una equivocación"...puede que no nuestra, ni siquiera de esta existencia... Memorias enquistadas a través de los tiempos que nos enredan en una rueda sin fin en la que están implicados nuestros antepasados y los de quienes conocemos en la actual vida.
Ligado a ello, está el concepto de Huna. veamos a qué se refiere:
Huna es una palabra hawaiana que quiere decir,
entre otras cosas, ‘oculto’, en el sentido de algo que no se puede ver o
comprender a simple vista.
El Huna es un sistema de vida y un camino
psicoespiritual de aplicación universal que se basa en una cosmovisión
particular, una filosofía práctica de la vida, una psicología muy útil y
algunos métodos efectivos para acceder a la dimensión espiritual.
Para lidiar con las vicisitudes de la vida, existen básicamente dos
caminos: el del guerrero y el del pacificador. El del guerrero
–el más utilizado y difundido– es un camino de lucha contra todo lo que se
interpone en el paso: ideas adversas, enfermedades, estados de ánimo
indeseados, etcétera.
Todos sabemos que, en nuestra cultura, la reacción habitual y automática
frente a los obstáculos y los conflictos –ya sean internos o externos– es la de
luchar. Luchamos con aspectos de nosotros mismos, de la misma manera que
luchamos con otros. Nos peleamos, por ejemplo, con nuestro desengaño o con los
requerimientos de los demás. En el paradigma del guerrero la motivación está
puesta en vencer al adversario.
En el camino del pacificador, en cambio, la consciencia y la
acción se dirigen hacia lo que se quiere generar. Así, por ejemplo, se
energizan las ideas adecuadas, se pone el acento en lo que favorece la salud y
se incentiva lo que nos armoniza. Este enfoque sostiene, además, que los medios
que utilizamos para lograr las metas influyen en los resultados. Por
ello, busca resolver los conflictos lo más pacíficamente posible.
El camino del pacificador, en consecuencia, propone considerar y
contemplar lo más posible a las dos partes. Esto es buscar opciones que puedan
satisfacer –aunque más no sea parcialmente o a lo largo del tiempo– a ambas:
por ejemplo, tener en cuenta la necesidad de hacer, dando pasos a un ritmo
posible; satisfacer algún aspecto de lo que el otro requiere, sin dejar de
tener en cuenta el estilo personal o los propios valores. La motivación aquí
es buscar que ambas partes ganen algo.
Esta modalidad implica superar la reacción automática inicial que aspira a
eludir las dificultades y a lograr la mayor satisfacción inmediata posible.
Volviendo al comienzo y a modo de síntesis, Huna es lo que no se puede
ver a simple vista: las reacciones automáticas guerreras satisfacen o
evitan algo en lo inmediato, pero no sientan las bases para una satisfacción
más duradera.
Lo que no se ve a simple vista de la actitud pacificadora es que,
más allá de lo inmediato, construye bases más armoniosas que posibilitan
satisfacciones más sustentables para beneficio propio y de todos los que nos
rodean.
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