Todos
somos luz y a la vez, todos escondemos la sombra. No es algo que construyamos
nosotros, es la otra cara de lo que brilla que representa un profundo pozo,
algunas veces, o un somero charco, otras.
La
luz está identificada con la claridad, con la apertura, con la visión. La sombra
con la oscuridad, el temor, la falta de seguridad y la posibilidad de que algo
suceda sin ser sentido
Hay
que observarse bien a uno mismo. Ser un observador lo más distante posible.
Conozco
personas que se perdonan tan fácilmente así mismas que no son capaces de ver en
su comportamiento ninguna oscuridad. Está bien ejercitar el perdón con uno
mismo, está bien no llevar la culpabilidad hasta el extremo del victimismo,
está bien ser compasivos también con nosotros. Pero todo se puede complicar
mucho y combinarse de formas extrañas que dificultan la vida.
Existen
personas que no sólo se perdonan hasta el extremo de no ver errores,
equivocaciones, fuera de tono, ni mancha en su comportamiento, sino que además ejercen
de jueces siempre para los demás. Es como si tuviesen delante de sus ojos una
cortina transparente para el resto y opaca para sí mismos.
Si
existe la luz, existe la sombra porque esta existencia está hecha a base de
contarios. Incluso se entiende a través de ellos.
Nuestra
gran tarea, el trabajo que debemos hacer en nuestro interior consiste en
determinar las áreas iluminadas de nuestra conciencia y aquellas otras donde la
luz no llega.
La
perfección no existe a no ser que la consideremos como el continuo esfuerzo por
mejorarnos siempre.
Tengo
mis luces y voy sabiendo dónde están. Tengo mis sombras y lucho por conocerlas.
Solamente así tendré el mapa completo de mi laberinto interior.
Caminar
por él, será luego muy sencillo.
Muchas gracias por la sintonía!
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