Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 15 de febrero de 2025

LO SAGRADO DE LAS LÁGRIMAS

 Si hay algo que todos hemos hecho, es llorar. Siempre que nos referimos al llanto lo asimilamos al dolor, frustración y desencanto. No tiene por qué ser así, pero lo es la mayoría de las veces.

 

         Tratamos de no llorar, a veces incluso nos tragamos las lágrimas para que el que está enfrente no note nuestra desesperación, otras lloramos sin ellas en un acto heroico de resistir el sufrimiento con entereza. Y todo, porque llorar está mal visto. Desde pequeños nos han dicho que no se llora, sobre todo, y estúpidamente, a los hombres; que hay que resistir , como si estuviésemos en una trinchera agazapados contra el enemigo, y que llorar es de débiles.


                                                            


 

         Estos reiterados mensajes, que van calando desde la infancia en nuestro carácter, han favorecido la aparición de muchas tristezas, depresiones, angustias reprimidas e insatisfacciones no resueltas. 

 

         Llorar es bueno, incluso yo diría que es un acto sagrado donde las emociones emanan a borbotones, y en el cual se desbordan las penas, las alegrías o todo aquello que sea motivo de llanto.

 

         Cuando lloramos, sanamos de algún modo. Es un relámpago fulminante que nos limpia por dentro; un acto de valentía en el que nos damos permiso para seguir adelante y coger impulso para continuar.

 

         Hay un magnífico librito, “El caballero de la armadura oxidada” ( Robert Fisher), en el cual lo único que le permite al protagonista liberarse de sí mismo, de sus propias miserias y de sus errores, para acercarse a lo que ama, son las lágrimas.

 

         No te preocupe llorar, no lo reprimas, al contrario, hazlo cada vez que lo necesites liberando la rabia, la impotencia, los recuerdos o la indignación…eso sí, luego lávate la cara con agua fría, mírate al espejo, emplea la voz de tu sabiduría interior para decirte cuánto vales y sal de la tristeza con la certeza y el poder de saber que tú lo eres todo, por contener toda la grandeza divina del universo.

 

Eso es lo que debes recordar, siempre.

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