No conocemos
profundamente lo que somos, ni lo que podemos llegar a ser. Nuestra imagen, la
que uno tiene de sí mismo, nos llega desde la infancia y desde fuera.
Paulatinamente, las
reacciones ante la adversidad van modificando la conducta y seleccionando lo
que elegimos sufrir frente a lo que nos sucede.
Somos lo que creemos
que somos. Nada o todo.
Si estamos convencidos de ellos, seguro que lo seremos.
Si estamos convencidos de ellos, seguro que lo seremos.
Veamos este breve
relato.
...”Un caminante
llegó a un pueblo donde se anunciaba la actuación del “hombre maravilloso”, un
personaje que, según contaba el pregonero, era capaz de realizar milagros.
El viajero se
colocó en lugar de privilegio para ver el número, y, empezado éste, observó
que, en efecto, aquel hombre realizaba prodigios tan grandes como el de crear
objetos de la nada. Terminada la función, se acercó al «hombre maravilloso» y
le
preguntó:
-¿Dónde está el
truco de los fenómenos que realizas?
-No hay ningún
truco -contestó éste.
-¿Quieres decirme
que eres capaz de crear de la nada? -volvió a inquirir.
-Así es -contestó
de nuevo.
-Eso es imposible
-gritó el viajero. Sólo puede crear Dios. ¿Es que acaso tú eres Dios?
-Así es -volvió a
responder el “hombre maravilloso”.
Lleno de
indignación ante aquella irrespetuosa manifestación, el viajero gritó
burlándose:
-¡Tú eres tan Dios
como puedo serlo yo!
-Así es también
-respondió de nuevo-, sólo que hay una pequeña diferencia entre tú y yo.
-¿Cuál es?
-preguntó intrigado el caminante.
-Que yo lo sé y tú
no.”
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