Una vez, en un pueblo cercano, el rey
organizaba eventos y fiestas que mantuvieran al pueblo animado. Uno de ellos
era el concurso de la mejor y más grande hortaliza.
Joan tuvo la fortuna de producir la
calabaza más grande de la comarca, así que con una enorme fiesta local y con
banda de música lo pusieron dentro de un
vagón de ferrocarril que lo llevaría al castillo del Rey, para recibir su
premio.
Banda de música lamía sus oídos.
Allá fue Joan. Hinchado el corazón y el pecho de orgullo. Vería al castillo,
vería al Rey y contaría todo a sus pobres vecinos que no tenían su inmensa
suerte.
Cuando llego al castillo, entró por una
puerta lateral, después de preguntar a un guardia. Un asistente, en una pequeña mesa de un salón
rosado, se presentó y preguntó qué debería hacer.
-Esperar, le dijo el amanuense.
Y eso fue lo que Joan hizo. Esperar.
Durante el primer día la sed y el hambre, lo acosó. Durmió en la banca que le
tocó en suerte encontrar liberada. Durante el segundo y tercer día, ya había
hecho migas con un compatriota con el cual se turnaban para conseguir algún
emparedado fuera del castillo y algo de beber.
Los asistentes llamaban continuamente a
personas que esperaban para efectuar trámites, firmas y traspasos
administrativos.
Joan se desesperaba por ser recibido
por el Rey, pero se mantuvo firme aunque estuviese desencantado.
Finalmente, lo llamaron. Le hicieron
firmar un papel sobre una tablilla, le entregaron una medalla de mediano
tamaño, y ni siquiera lo despidieron. El asistente dio rápidamente media vuelta
y se alejó.
Joan, parado en medio de la estancia,
rodeado de cientos de personas, se encaminó hacia el transporte que lo llevaría
de vuelta a su pueblo.
Viajó en silencio, apesadumbrado pero se animó
un poco cuando llegando a la estación de su localidad escuchó a lo lejos - una música
que lo esperaba.
Eran sus vecinos que sabían que Joan volvía
al pueblo.
Lo recibieron con halago. El alcalde le
preguntó delante de todos: Joan...¿Cómo es el castillo de Rey.?
Joan, sacó débilmente un poco de pecho, y respondió:El castillo ?...Es todo color rosa.
Eso es lo que Joan vio. La antesala de
un castillo. Sin conocer todo lo que conlleva si uno se adentra en él.
Como la vida. Como las nuevas
amistades. Los nuevos trabajos. Las nuevas ciudades. Los nuevos amores. En su
antesala prima el color rosa pero hay que caminar despacio y agudizar la retina
porque ese color no se mantiene y tras él, tal vez, existan matices llenos de
sombras.
No olvidemos que todo tiene un lado
oscuro.
ay jaja que concidencia cuando no puedo pasar por tu casita, tu no escribes jaja,feliz diaaaaaaaaaa
ResponderEliminarGracias Jacob! es enriquecedor intercambiar ideas.
ResponderEliminarNo dejaste el enlace a tu blog!...cuando puedas...Saludos
Feliz día Simón! Gracias por seguir en este rincón!!!!!
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