La
paz, como el amor, pueden ser alcanzados si somos capaces de construirlos con
esmero. Hay que adentramos en una conquista interna permanente
que aparece cuando nos rendimos al espíritu.
¿Cómo encontrar la paz en nuestro corazón?.
Vivamos y creamos en todo aquello que deseemos ser y alcanzar; así es como
tenemos que caminar. No hay que aprender lo que somos, solo hay que desaprender
lo que nos han enseñado que no somos, ni nos gusta ser.
¿Cual es nuestra libertad en este juego de la
evasión espiritual?, afrontar nuestra oscuridad en lugar de evitarla. Hay veces
que las situaciones nos llevan al límite y es precisamente ese borde dónde
debemos pararnos para evitar la caída.
El
corazón tiene cerebro, no es un centro espiritual sin más, sino el centro de la
mente emocional. Hoy sabemos que tiene alrededor un campo electromagnético
cinco mil veces más grande que el del cerebro que informa de ti antes de que
abras la boca. En este espacio sagrado del corazón cualquiera puede mover
montañas.
La
vida entera es un juego de conciencia. En este juego cada uno juega su papel,
los buenos y los malos. ¿y qué podemos hacer nosotros?. Todo es cambio y
sabemos que en poco tiempo no nos reconoceremos. Continuamente nos transformamos
según vamos sorteando dificultades y saltando obstáculos, lo bueno de todo ello
es que en esa transformación también podemos elegir.
Hemos
llegado hasta aquí con nuestros aciertos y nuestros errores. ¿Quienes son
nuestros maestros a lo largo del camino?. Si abrimos bien los ojos del alma,
los demás pueden enseñarnos mucho de aquello en lo que ellos mismos se
equivocan y las consecuencias, en cadena, que tienen sus resbalones.
Hay que ser uno mismo siempre, sin duda, fiel y
coherente a lo que sirve de base a la estructura de nuestro esqueleto
emocional, pero hay que conocer también el daño gratuito que podemos hacernos a
nosotros mismos y a los demás cuando actuamos, cuando obviamos y cuando nos
ocultamos verdades que alteran el estado de paz al que aspiramos.
Es tan importante la paz dentro de uno mismo que no
tenerla puede llevarnos a la enfermedad o a la locura.
El cuerpo está lleno de perfección, no sabe
enfermar. ¿Por qué enfermamos entonces?¿por qué enferma la mente?. Posiblemente
porque siempre estamos luchando en contra de nosotros mismos arropando temores
y escondiendo viejas deudas con nuestro corazón, pero sobre todo porque
luchamos contra los demás para lograr acomodarlos a nuestra medida y olvidamos
que ellos tienen la suya propia.
Hay que construir la paz con el mismo esmero que hay
que hacerlo con el amor. Lenta y cuidadosamente, pero con empeño y entusiasmo
para que el resultado final sea un estado de bienestar permanente e
inconmensurable
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