A veces uno quiere hacer memoria y recordar
cuándo se torció el camino, en qué punto se perdió el brillo, de qué forma
comenzó el principio del fin y cómo lo que parecía amor del bueno, era mucho
cariño pero mal ejercido.
Me da miedo estar sola en compañía
porque me parece la peor de las soledades. Ver deambular en torno tuyo una
sombra de lo que fue, un espectro hecho de sueños, un último peldaño de una
escalera de bajada que desciende hasta los infiernos.
Es triste sentir lástima por las
emociones que se perdieron, por las sensaciones que nunca debieron llegar, por
el final de una mala novela de ficción que se dilató demasiado sin resolverse.
La vida así no es fácil, para nadie. No
lo es para el que se siente solo, tampoco para el que ha escapado de sí mismo y
se descuelga por la lianas de la sin razón. Nadie somos víctimas absolutas, ni
hay verdugos sin incondicionales escrúpulos. En todos los roles se pierde el
camino por duro, estricto y sólido que sea.
Alguna vez, nuestras convicciones
habrán quedado al margen de la ley, rozando el pecado o cayendo en él. Pero entonces,
puede que solo entonces, nos hayamos sentido vivos. Nos hayamos convertido en
protagonistas de una vida que queríamos vivir, de unos momentos solo nuestros
imposibles de contar; dueños de un tesoro inconmensurable que podremos volver a
contar día tras día cuando la soledad de estar con otra persona, que no juega
tu mismo juego, queme tus entrañas.
A veces, solo a veces, vivirías de otra
forma, habrías hecho más y pensado menos, hubieses decidido más rápido sin
dilatar el final.
Nos enorgullecemos de no sentir
arrepentimiento por nada e incluso muchas veces, alzamos la voz para decir que
hubiésemos hecho lo mismo si nos hubiesen dado una segunda oportunidad, pero yo
he comprobado que eso solo lo dicen los intrépidos. Los valientes que se han esforzado en vivir una vida paralela dentro de
la normativizada, los que han huido del miedo y se han pegado a la
probabilidad, los que han dicho no a la rutina de perder, minuto tras minuto,
el tiempo que no volverá.
Hoy cuando te veo aquí conmigo, siento
lo sola que estoy y me alegro de haberme concedido fugaces chispas de felicidad
entre la bruma junto a esas personas que no están dispuestas a perder siempre. Destellos, que ahora, van a iluminar la senda
oscura que se inicia tras el gélido frío
que nos separa en tan corta distancia.
Quien ama de verdad es libre, porque la pérdida de la libertad en aras del amor es dolor o sea lo contrario del amor.
ResponderEliminarQuien ama de verdad se entrega totalmente y en esa entrega no exige retorno: el amor no es una mercancía de canje.
Quien ama de verdad mira el objeto de su amor como un bien preciado: solo lo contempla, solo lo observa y nunca dejará de poseerlo.
Quien ama de verdad es tan valiente como para dejar al objeto de su amor libre de elegir su destino y si ese ya está decidido, el amor lo concilia para no perturbar la felicidad que observa.
Quien ama de verdad sueña.... y es sus sueños vive la felicidad que pudo ser, que es, que será.
Amo el sol y no lo poseo; amo la flor y no la poseo; amor la aurora y no la poseo; todo lo que me es mas caro..no lo poseo.
Contemplarte es mi mayor felicidad.
...!
Siempre me sorprenden tus poemas!!!...siempre me halaga que los míos hagan presentes los que nos regalas.
ResponderEliminarLo que me anima a continuar, día a día, es sentirme contemplada y que ello sirva de alguna manera...graciass por estar!