En la vida hay pocas
cosas esenciales; pocas de verdadera importancia aunque creamos lo contrario.
Nos devanamos en
discusiones estúpidas que solamente hacen que dar vueltas a temas viejos de
raíz enquistada.
Nos cuesta mucho discriminar,
priorizar y sobre todo, valorar lo que tiene valor de lo que no.
Una fuente de sufrimiento indecible es
la resistencia o la negación a la realidad. La frase clave para superar
expectativas fantasiosas que nunca encajan en lo que esperamos sería…”Es lo que
hay”… y a partir de ello posicionarnos en aceptarlo o dejarlo ir.
Tanto damos vueltas a lo que creemos
un problema que en muchas ocasiones perdemos la perspectiva, lo magnificamos,
le damos una importancia que no tiene o como en el breve cuento que vamos a
leer ahora, perdemos la posibilidad de solucionarlo.
Veamos, pues.
“…Un hombre se perdió
en el desierto. Al cabo de unos días ya punto de morir de sed, vio que una caravana se
acercaba. Como pudo, llamó la atención de los viajeros, que presurosos se
dirigieron hacia el necesitado. Éste, con un hilo de voz apenas pudo decir:
-Aaaguaa.
-Pobre hombre, parece
que quiere agua, rápido, traigan un pellejo -reclamó uno que parecía el jefe.
-Un pellejo no, por
Dios -interpeló otro-, no tiene fuerzas para beber en un pellejo, ¿no se dan
cuenta? Traíganos una botella y un vaso para que pueda hacerlo cómodamente.
-¿Un vaso de cristal?
¿Estás loco o qué te pasa? -protestó otro de los presentes-. ¿No ves que lo
cogerá con tanta ansia que puede romperlo y dañarse? ¡Traigamos un cuenco de
madera!
-Aaaguaa... susurró el
moribundo.
-Creo que ustedes se
han vuelto locos -agregó un cuarto hombre-. ¿Es que acaso no recuerdan que
tenemos un vino excelente? Siempre lo reanimará más un buen vaso de vino que el
agua.
¡Traigamos el vino!
-Beebeeer -imploró el
sediento con sus últimas fuerzas.
-Seguro que el
desierto los ha hecho perder el juicio. ¿Cómo vamos a darle vino sin saber si
este hombre es musulmán? ¡Estaríamos obligándolo a cometer un gran pecado!
Preguntémosle antes si es religioso -solicitó otro hombre de aspecto bondadoso.
-Pero ¿es que de
verdad piensan darle de beber aquí a pleno sol? Antes tenemos que ponerlo a la
sombra; yo tengo ciertos conocimientos de medicina y les digo que este hombre
está ardiendo de fiebre y agotado. Llevémoslo a la caravana y pongámoslo en una
cama -intervino otro de los presentes.
A los mercaderes no
les dio tiempo a discutir más, aquel hombre acababa de fallecer en sus brazos.”
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