Hay
personalidades de todos los estilos. En concreto, a mi me cuesta decir “no”.
Para muchas personas es muy sencillo. Saben hasta donde quieren llegar, estiman
su posición por encima de la del otro o consideran que de esa forma el otro
responderá dentro de los límites que se le marquen.
Tengo
una experiencia nefasta sobre la dificultad para negar las cosas. Me analizo y
extraigo conclusiones. Siempre, en mi aceptación hay una anteposición de los
demás a mí misma, a mis intereses a mis necesidades y a mi conveniencia.
Cualquier
beneficio para el otro me parece que debo anteponerlo a mí. Me he dado cuenta de
que es un error, que así no se conduce una relación y que en esa pérdida
personal también va un descontrol para el que lo recibe porque no mide hasta
dónde puede llegar; y generalmente cuando no tenemos delante una barrera
pasamos más allá de la raya invisible de lo deseable y posible.
En
mi, subyace una idea utópica de estimar, respetar y sobrevalorar la libertad
del otro. Para mí, una vez sentado el sentido común, pongo una fe ciega en que
los demás harán las cosas bien, en su responsabilidad, en la innecesidad de los
límites impuestos y en la confianza en los límites propios que cada uno debería
saberse poner a sí mismo.
Pero
la realidad es otra. La gente te mide. Valora hasta dónde puede llegar contigo.
Cuál es el límite que permites y sobre él, actúa.
Negarme
al “no” me ha traído muchos problemas.
Aguantar demasiado me ha hecho estallar en el último momento cuando las
situaciones eran insostenibles, pero
sobre todo me ha servido para reconducir mi forma de instalarme en la vida y
saber que no eres mejor por permitirlo todo apoyándolo en la confianza ciega en
el de enfrente. Que hay que saber mirar y valorar justamente dónde y cuándo debe
estar el “no”.
Un
comportamiento que me ha pasado una alta factura y todo por creer que la otra
persona sabe valorar, mide sus posibilidades y agota las bondades que hay en si
mismo a su favor.
Me
ha costado lágrimas y muchas cambiar de paradigma. Diré “no” cuando sea necesario.
Miraré hacia dentro y luego revisaré la actitud de quien tengo delante.
Haré
un silencio y actuaré en consecuencia.
Seguro
que me irá mejor.
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