Anoche
fue una larga noche de esas en las que uno no duerme y da paso a sus fantasmas.
De esas, en las que hay que recurrir a la estantería y revisar libros, notas y
trabajos de antaño.
Uno
no sabe qué busca, pero busca algo; algo que le saque de ese estado de
preocupación y culpabilidad que se apodera del alma en la soledad de lo oscuro.
Buscando
encontré mis notas sobre el libro “La inteligencia fracasada” de J.A Marina.
Me
gustaron varias frases:
“Si
la inteligencia es nuestra salvación, la estupidez es nuestra gran amenaza.”
La
vulnerabilidad, el miedo y la incapacidad de resolución nos hablan de una
inteligencia incapaz de ejercer su funcionalidad para conseguir un
comportamiento que nos defienda y sea favorable a nosotros.
La
capacidad analítica no va emparejada con la capacidad resolutiva. Podemos teorizar
muy bien y ejecutar muy mal.
El
miedo es el la emoción más peligrosa. En el mundo animal tiene tres respuestas
posibles: huída, inmovilidad y ataque. Pero, como dice Marina, el ser humano ha
inventado una nueva posibilidad; impedir que el miedo desencadene una conducta
automática.
Ni
huir, ni inmovilizarse, ni atacar, sino analizar si el peligro es real y si
debe enfrentarlo o si debe huir.
El
fracaso cognitivo se produce cuando alguien se empeña en negar la evidencia y
cuando no se aprende de la experiencia.
Hay
que saber gestionar los sentimientos o éstos nos devorarán porque a la gente le
gusta sentir; sea lo que sea. Nada es más fuerte para el ser humano que los
sentimientos y nada peor, por el contrario, que la anestesia afectiva.
Hay
personalidades que parecen poco dotadas para la felicidad porque en cada bache
ven un precipicio y en cada decepción, una tragedia. Otras personalidades, en
cambio, tienen una mirada aguda para percibir lo estimulante.
Kafka
tenía una frase escrita en su bastón: …”Todos los obstáculos me rompen”; Balsac
tenía otra:…”Rompo todos los obstáculos”·
Estilos
afectivos por los que hay que optar y saber elegir bien si queremos sobrevivir
la vida.
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