Tus manos recorren los recuerdos de mi piel y en el silencio ronco de la trémula sensación de su roce, encuentras el hueco por el que colar tus labios hasta el borde de mi lengua, ansiosa de ti.
Miro a través de la ventana. Veo tus ojos de miel en el dulce brillo que los rayos de sol reflejan en ella. Cierro los párpados y aprieto los dientes.
Te quiero aquí y te quiero ahora, con tus delirios insufribles de realidad distorsionada, con tus locuras atadas al borde de mi cama, con aquellas palabras necias que sin ton ni son, me regalabas. Y saberte dentro, en el fondo de mi alma, jugando con efluvios que destellan y saltan al compás de tus feroces ganas.
Entonces se abre una puerta, cerrando yo la ventana y desde el otro lado del río llega el sonido de los ecos de las hadas, que hace mucho que se han ido buscando nuevas damas. ¿Será que llega despacito otro caballero que asalte mi torre alta?.
Un aroma de azares acama y mece los vagos rasgos de tu cara. Es la vida que brota de nuevo, la llama del amor eterno que nunca acaba, el dormir silencioso del dolor amargo que se transforma en dulces sabores de caramelos y manzanas.
¡Tú, a ti…que vas a llegar con la boca callada; tú que lo dirás todo, sin decir nada.!
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