Hay
personas que tienen necesidad de un drama continuo en su vida. No pueden estar
bien. Que no pase nada es un mal síntoma para el devenir de sus días y buscan
más allá de lo previsto, algo para sentir el peso de la tragedia sobre sí.
Conozco apersonas así. Cuando alguien
es feliz a su alrededor es como si en su interior saltase un resorte contra esa
sensación, aunque pertenezca a otros.
Hay gente que le quema la felicidad.
Necesitan sentirse mal para estar bien. Parece un contrasentido estúpido pero
es real.
Estas
personas tienden a adelantar desgracias. Se quejan sin razón aunque no tengan
motivo y ante todo, sospechan que alguna desgracia se cierne sobre ellos o lo
hará sin remedio a corto o largo plazo.
Es muy difícil convivir con ellos.
Puedes empeñarte en suavizar el día a día, en explicar el por qué no deben sentirse
mal o exponer los mil y un motivos que deben alentarnos para seguir. No servirá
de nada. Los malos presagios estarán formando un muro contra el que podrás
chocar una y otra vez.
Ellos no son felices. Cuando estás a
su lado, tú tampoco.
Hay
que hacer un esfuerzo titánico por mantener el ánimo, por sentir luz donde
solamente ellos ven sombras, por tener esperanza donde muestran infiernos.
Puede que conozcas personas así, que
vivan cerca de ti o contigo. Puede que seas uno de ellos.
En
cualquier caso, de nada vale esforzarnos porque ante nuestros deseos de que
superen este averno que viven, reaccionan en contra.
Es
mejor dejar pasar los comentarios. Ignorar las quejas. Evitar la confrontación.
Y lo único que calma un poco su desesperanza es mostrar los resultados
contrarios a sus predicciones.
Por
un rato estarán de acuerdo en que no todo es una catástrofe.
Pero sólo por un rato.
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