Las
formas de dar son infinitas. A veces, en vez de dar sumando, se da restando.
Parece un contrasentido pero también se da cuándo es el silencio, la ausencia,
la carencia la que se hace presente.
En
general, damos mucha información gratuita de nosotros mismos. Pistas que nos
señalan como de éste u otro tipo de personas y que el resto aprovecha en su
favor delineando la estrategia a seguir con nosotros.
Hay
personas fáciles, suaves, blandas y frágiles. Otras, por el contrario, son
indolentes, recias y capaces de seguir sus propios propósitos sin necesitar
reciclar el peso del dolor del otro sobre su conciencia.
Uno
tiene que evaluar lo que va dando y revisar lo que espera que le den, porque en
la vida todo es un intercambio; cualquier relación, sea del tipo que sea,
sostiene un equilibrio en lo que cada miembro aporta. Cuando se descompensa se
quiebra.
En
toda relación hay una parte de fuerza en la que alguno gana. En muchos casos,
ganar significa perder porque lo que se gana va en nuestra contra.
Las
expectativas sobre los demás suelen ser siempre una trampa. Esperar que otros
nos den y lo hagan en la forma, modo y cantidad que nos gusta es un imposible;
un pensamiento mágico que no lleva nada más que a la frustración.
Esperamos
y esperamos que esto o aquello cambie.
Esperamos que lo haga mañana, al día siguiente,
al año siguiente o en cualquier momento que se nos escapa de las manos.
Pero lo
único que podemos modificar es nuestra forma de esperar.
Estamos en un momento de esperas. Llega el año
nuevo y seguimos esperando que esta vez, por fin, se cumpla lo que tantas veces
nos proponemos.
La
espera es una situación que genera ansiedad. El equilibrio, la armonía y la
serenidad, está sin duda en abandonar la espera e instalarnos en la realidad.
Contar
con lo que tenemos, que siempre coincide con lo que somos, y partiendo de ello
seguir caminando entre lo que ganamos o perdemos cada vez que dejamos de tener
expectativas.
Hay
que ser resolutivos con uno mismo. Ponernos delante de los miedos y hablar
claro.
Se
acabó. Aceptaremos lo que venga. Navegaremos con las mareas de la dificultad en
contra y pensar que siempre nos tenemos a nosotros mismos.
El
resto, lo que venga sin esperar, será siempre un regalo.
Hermosa reflexión. Muchas gacias.
ResponderEliminarA ti. Siempre. Por estar aquí.*
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