En
mi vida me han ayudado mucho. Siempre que he pasado por algún trance adverso,
la vida parece ponerme delante, una y otra vez, algo que me indica aquello con
lo que debo tener cuidado o a centrar mi
atención en lo que está sucediendo a mis espaldas.
No
quería escuchar a las que he recibido, insistentemente, durante meses. Ese es
uno de los trabajos que he hecho conmigo misma, enfrentarme a la realidad en
vez de bordearla ignorándola. Y, como en otras ocasiones, me posicionaron de
golpe con lo que no quería ver, pero esta vez estuve receptiva y les hice caso.
Tengo
que estarles muy agradecida. Agradecida a todo lo que me ha ayudado para llegar
hasta aquí con serenidad. Agradecida por tomar decisiones y por saber que son
las adecuadas.
He
recibido un enorme regalo de Navidad antes de que lleguen. La persona que me lo
ha puesto en las manos también se ha liberado del peso que representaba actuar
en varios escenarios, estoy segura. Y en el fondo, agradeceré hasta el infinito
la posibilidad de volver a mí misma, de estar en un equilibrio sostenible
imposible hasta ahora.
Posiblemente
atraeremos a personas que llegan a nosotros porque vamos a aprender mucho con
ellas, aunque sean formas, maneras y modos que nunca debemos repetir. Incluso
es bueno saber dónde no hay que caer y en que regazo no hay que poner el
corazón.
Saber
lo que uno no debe querer también es ganar.
Comienza
bien la Navidad. Comienza con un camino nuevo del que ya he dado los primeros
pasos. El resto se abrirá sólo.
No
espero nada. No importa nada más que el momento presente. Ni siquiera es el
final de nada.
Estoy segura de que todo está bien.
Todo es como debe ser.
No todos lloramos al mismo tiempo.
Estoy segura de que todo está bien.
Todo es como debe ser.
No todos lloramos al mismo tiempo.
El
final aún no está escrito.
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