Todo depende del
tiempo en el que lo soportes. A veces un problema pequeño sostenido en el alma,
en el recuerdo, en la memoria cercana se pudre y comienza a ser un foco de
infección emocional.
No tiene tanta importancia
el problema en sí como el tiempo que lo cargas.
Hemos escuchado
muchas veces que “ hay que soltar”, pero nos cuesta. En ocasiones supone mucho
para nosotros desprendernos hasta de lo que nos molesta. Se hace cercano y comienza a formar parte de nuestra vida y
todo se convierte en ”pena” o en “ tal vez nos haga falta”.
De cualquier forma,
guardar rencores viejos es como dejar en el frigorífico un alimento que no nos
gusta. Cuanto más tiempo esté allí más huele y se pudre.
Revisemos qué hay
en nuestro corazón que lleva más tiempo del debido y dejemos de sostenerlo.
Veamos este breve
relato al respecto.
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En una sesión grupal,
la psicóloga en un momento dado levantó un vaso de agua.
- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas de los componentes del grupo variaron entre 200 y 250 gramos.
Pero la psicóloga respondió:
- El peso absoluto no es importante, sino el percibido, porque dependerá de cuánto tiempo sostengo el vaso: Si lo sostengo durante 1 minuto, no es problema. Si lo sostengo 1 hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
El vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de soportar se vuelve.
Después continuó diciendo:
- Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas en ellas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado e incapaz de hacer nada.
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