Relato del domingo
03_04_2016
Pasaje anterior:
Después de este intermedio obligado, Owen vuelve con nosotros.
Coloco un breve fragmento del último capítulo. Owen, Swa y la
desconocida mujer habían tenido un accidente. Al recobrar la consciencia, Swa
comprobó que Owen había desaparecido y la mujer que conducía estaba muerta.
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(…) Swa no podía moverse. Su ángulo de visión era muy pequeño.
Buscaba a Owen desesperadamente. Encima de su regazo estaba el móvil.
Milagrosamente, intacto.
Giró levemente su cabeza. Owen había desaparecido. ¡No podía
ser!, ¿dónde estaba?. De nuevo la desesperación se apoderó de ella…
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Swa intentó por todos los medios salir de aquel amasijo de hierros.
Dificultosamente, logro adelgazar su diminuto cuerpo y colarse por un espacio
angosto que quedaba tras del sillón delantero.
Cogió el móvil y se apretó contra la informe masa de plásticos
arrugados y chapas troceadas. Estaba sangrando. No sabía dónde se encontraba la
herida. El brutal golpe había sumido su cuerpo en un estado de insensibilidad
que hacía difícil localizarla. No le importaba tampoco.
Preocupada por Owen trato de marcar en el teléfono el número de
Steve que había quedado grabado. Dudó por un instante. Tal vez sería mejor
llamar a la policía.
Se dio cuenta que el móvil a pesar de la humedad seguía
funcionando.
La mujer pelirroja yacía inmóvil con la cabeza hacia atrás y el
rostro mirando al techo. Era una imagen espeluznante. Su único ojo se fijaba
incrustado en los hierros retorcidos que le bordeaban por encima y aquella
cicatriz, plagada de bultos negros sangraba sin parar.
Estaba muerta. Tenía que huir lo antes posible de aquel lugar, pero
sobre todo tenía que encontrar a Owen.
De pronto notó como pendía entre sus piernas una cadena. Llevó su
mano hasta el punto donde la notaba. Era aquel misterioso colgante que le había
dado el intruso que había entrado en la consulta.
Intentó cogerlo y sacarlo del angosto espacio en el que había
quedado incrustado. Un grito salió de su garganta sin remedio. Estaba lleno de
sangre. Lo frotó contra su pantalón para ver la imagen que se escondía tras
ella.
Un candelabro de siete brazos ocupaba la cara principal de lo que
parecía un medallón o quizás una moneda. El reverso estaba ocupado por dos
peces enredados en una inscripción.
Apresuradamente guardó de nuevo el colgante y se detuvo a pensar por dónde seguir.
Mientras tanto, a cierta distancia, el coche negro que les seguía
divisaba el panorama. Dentro Owen atado y con la boca encintada, esperaba que
aquel infierno pasase de alguna forma. Tampoco podía ver. Le habían cubierto
los ojos con una especie de pañuelo de mujer por el aroma que destilaba.
Pudo distinguir distintas voces. Dos hombres y una mujer hablaban
en un idioma del este. No se movió. Atento
a cada sonido que escuchaba, le sorprendió el tacto de una mano femenina
sobre su pelo.
.-Uhmmm! Uhmmmm!... -solamente salían sonidos roncos de su
garganta.
.- No temas Owen. No te pasará nada. Te necesitamos.-Aquel tono de
voz no le era desconocido. Owen adelantaba su cara solicitando compasión. La
mujer le acariciaba el pelo mientras tanto.
Uno de los hombres tiró fuertemente de su brazo mientras la
increpaban por aquel acercamiento. Seguían hablando en otra lengua. No les
había gustado aquel gesto de la mujer por lo cual la empujaron contra el coche
y forcejearon con ella.
De repente comenzaron a hablar en español. Buscaban a Swa y a la
mujer del coche. Uno le ordenaba al otro que se acercase al vehículo. No había
nadie más allí.
.- ¡Vamos! Se escapa! Ha salido del coche, vete a por ella.
Ante estas palabras a Owen se le heló la sangre…
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