Me ha gustado el título de este breve fragmento
que os comparto aquí.
Efectivamente el dolor transforma siempre y
también siempre te cambia. No creo que sea exclusivo el daño con el cambio.
Siempre he pensado que no debería hacer
falta sufrir para aprender. No me gusta el refrán castellano que dice. …” La
letra con sangre entra”… me parece despiadado y monstruoso.
La letra, el sonido, la actitud. La forma, la
manera y el modo de sentir se aprenden también, pero no con hiel, sino con
miel. Al menos lo pienso así y así lo he llevado a cabo siempre.
Hay que poner límites eso sí, porque hay otro
dicho que reza aquí…”Si te haces de miel, te comen las moscas”.
No sabemos entender hasta dónde podemos entrar
cuando se nos abren las puertas de par en par. Hay que trazar caminos; el
límite lo pone quién muestra, quién enseña, quién ofrece pero de forma que
logre que el que aprende se lo ponga a sí mismo. Porque también creo firmemente
que lo que se hace siguiendo el miedo, no tiene valor.
Nadie cambia si no quiere cambiar. Pero el
deseo debe partir de su interior, de su convencimiento, de su firme decisión de
dejar la piel que le cubría hasta entonces y ayudar al nacimiento de otra
nueva.
Aún así, los cambios tendrán la afectación de
la personalidad de cada uno, porque el carácter viene impreso en el ADN del espíritu y se mantiene por encima de todo
cambio circunstancial.
Aquí os dejo el fragmento.
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¿Por qué no aprovechar el dolor que nos
producen algunas situaciones para aprender y cambiar? Es posible que te cueste
aceptarlo, pero sacarás algo positivo de la experiencia
Las
personas no llegamos a este mundo con la habilidad
suficiente como para gestionar el dolor. A pesar de ser algo
común en nuestro ciclo vital, y de experimentarlo nada más venir al mundo,
nadie nos ha ofrecido un manual para sobrevivir al sufrimiento.
De
niños nos desahogamos con las lágrimas pero,
a medida que crecemos, nos dicen que llorar no es bueno, que es algo que solo
hacen los débiles. Es entonces cuando empezamos a interiorizar, a callar
palabras y a disimular.
La
educación emocional no es algo
que se enseñe en los centros educativos, y nuestros padres casi
nunca son demasiado hábiles a la hora de iniciarnos en estos campos, en la
gestión de las frustraciones, de los desengaños, de las desilusiones…
Somos
nosotros, a través de nuestras experiencias, los que debemos aprender a
sobrevivir. Ahora bien, hay algo que debemos tener claro: hay muchos tipos de dolor emocional. Hay
unos que lastiman y otros que nos hacen cambiar para avanzar. (sigue…)
http://mejorconsalud.com/dos-tipos-dolor-te-lastima-te-cambia/
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