Deberíamos llenar la cesta del corazón con las bondades de
los días mágicos. Hay que recurrir a ellos muchas veces para seguir adelante.
Pero es mejor recordar que no haber vivido nunca esos recuerdos que ahora nos
acompañan, por eso nunca quiero lamentarme de lo que pasó en ningún ámbito de
mi vida porque si sucedió seguro fue lo mejor que pudo acontecerme.
Hemos dicho muchas veces que vivimos situaciones acordes
con lo que debemos aprender. A veces somos nosotros los que aprendemos en mayor
medida, otras son los que se relacionan con nosotros los que aprenden, pero casi
nunca nos damos cuenta que, la mayoría de las veces, debemos aprender del
maestro que llevamos dentro y al que solemos escuchar poco.
Uno crece por contraste consigo mismo. Cuando realmente
hacemos de las vivencias sabidurías es cuando logramos vernos con perspectiva,
sobrevolando nuestras cabezas, redimensionando los pesares y las equivocaciones
y sobre todo, recolocando nuestros andamios.
La pedagogía del alma es como una brújula para el corazón.
Vamos acumulando amarguras en la trastienda de las motivaciones hasta que nos
quedamos solamente con el color negro y el ruido de fondo de choques,
chasquidos y gruñidos. Vamos cambiando el tono de la mirada y ocultando el arco
iris con el que antes pintábamos todo.
Hay que evitar el dolor absurdo y el daño gratuito porque
siempre revierten a la fuente. Y si logramos ser puros a la hora de entregarnos
al resto y si, a pesar de ello, molestamos o dañamos… si cuando somos nosotros
perjudicamos…en ese caso, la culpabilidad sea subsidiaria y no implícita. No es
lo mismo querer hacer daño que hacerlo sin intención, aunque parezca que los
resultados son idénticos.
La voluntad de ser felices ha de mover las aspas de nuestro
molino y dirigir la fuerza del empeño por el sendero más corto hacia el
bienestar.
Hay que llenar la cesta con las mejores frutas: con las
palabras más sabrosas, con los afectos más sinceros, con las sonrisas más
limpias, con las miradas más dulces…
Descubrir qué nos gusta y saber dónde está, debe ser, en
definitiva, el objetivo a perseguir. Conseguirlo, la meta a conquistar.
¡Feliz viernes!
Es cierto, a veces surge de lo que pensaba era justicia, una palabra malsana, una injusta palabra que después de haberse instalado en mi boca, y ajustado al aliento de mi emoción descontrolada, se vino otro día transformada en traición incomprensible, como todas las traiciones.
ResponderEliminarMe gustó leerte y reconocer ésto después. Un beso.
Xara es un placer saber que uno es capaz de entender y entenderse...ese es el principio de la paz. Uno deja de luchar y de resistirse a lo que bien comprendido nos da la clave del sosiego.
ResponderEliminarBesos princesa!