No siempre estamos en el mismo sitio, aunque nos pudiese gustar, a veces. La vida nos recoloca. De aquí para allá. Unas veces pareciendo que todo nos va genial y otras, acurrucándonos en un rincón oscuro.
Saber guardar el equilibrio no es fácil. Ni demasiada emoción cuando todo es luminoso, ni excesiva angustia cuando deja de serlo. En todo ello, en cualquier momento, lo mejor es pensar que no estamos solos, que de verdad no lo estamos.
Hay seres que nos amaban y que seguramente nos cuidan de alguna forma desde esa otra dimensión en la que se encuentran. Hay personas cercanas dispuestas a demostrarnos su afecto, pero sobre todo estás tú. Uno en sí mismo. Uno con el todo que nos constituye. Uno con el cosmos que nos cobija.
A veces, es mejor alejarnos de la esperanza cuando esta no es más que una prórroga de la agonía; otras sin embargo, la esperanza es lo que nos mantiene vivos por dentro. Llenos de ilusión y cargados de fuerza para afrontar lo que venga.
Hay que ejercitarnos en una especie de juego mental que trae muchos beneficios. Cuando se dude de algo, cuando no esté clara la forma de actuar, cuando no se sabe por qué camino tirar…hagamos la pregunta a nuestro inconsciente cerrando unos segundos los ojos e imaginemos la respuesta viendo un SI o un NO dentro de nuestra mente. No hace falta inventar nada, ni tampoco forzarlo. Solamente deja que la respuesta aparezca. Y aparece con total nitidez. Incluso sirve para cuando tengas que dar una respuesta o dudes si algo lo debes contar o no. Igualmente funciona.
Ponlo en práctica. Luego ni falta hará que cierres los ojos. En un instante realizarás el ejercicio con la contestación inmediata.
Guíate por ella porque viene del más allá de tu conciencia, de esa parte de ti que no ves pero que existe, del lugar donde están ya resueltas todas las incógnitas.
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