Tu cara al nacer hizo
que llevases tu nombre,
Tu corazón de algodón
hizo que dejases huella,
Tus ojos de miel endulzaron
a cada persona nueva
sin poder olvidar
ni el cuándo ni el dónde,
Y extendías tus alas
y protegías con ellas,
Y sonreías con tus labios
escribiendo en un sobre,
La carta que hubiésemos querido
leer para aliviar la pena,
De irte tan rápido sin responder
al por qué de tu ida yerta.
Siempre estás a mi lado,
en mi frente y en mis adentros,
Sosteniendo mis quejas,
razonando mis duelos,
Dándome tu mano
para que alce el vuelo.
Y me siento
recogida en tu cielo
Junto a ti y a los demás
que contigo partieron.
Ángel de mi guarda,
acúname de nuevo
Como cuando era niña
En tu regazo,
cerca de mi cuna,
con tu pañuelo.
Ángel de pan dulce
con olor a caramelo.
Nunca te olvido,
ni en este día,
ni en el calendario entero.
Hasta ti mi amor sincero y este beso
Que sobre tu frente de nubes,
dejo.
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