Ahora
toca imaginar, visualizar, idear y soñar. No podemos hacer muchas cosas de las
que hacíamos fuera, pero podemos comenzar por fantasear con lo que nos gustaría
hacer y que algún día haremos, posiblemente.
Colócate
en un lugar tranquilo. Cierra los ojos o no los cierres. Centra tu atención en
un punto.
Si
tienes los ojos cerrados, enfócate en el medio de tu frente como si en ella
existiese una estrella luminosa, o en el centro del pecho, como si el corazón
se hubiese convertido en un algodón lleno de destellos que irradian luz al
resto del cuerpo.
Si
tienes los ojos abiertos enciende una vela pequeña o coloca una figura frente a
ti que te traiga buenos recuerdos o te acerque a la tranquilidad. Todo
destinado a focalizar tu atención y la visualización que vas a realizar.
Comienza
respirando en los tiempos a los que aludió nuestra gran psicóloga Alejandra
Vallejo-Nájera: 4-7-8; es decir, inspira contando 4, retén el aire contando 7 y
expúlsalo contando 8 en profundidad. Mientras tanto céntrate en la imagen,
figura u objeto que hayas elegido para crear tus sueños y déjate ir…
¿Dónde te ves?¿Qué estás haciendo?¿Hay alguien
contigo? ¿En qué lugar estás?¿Qué aroma te envuelve?¿Y los colores del ambiente?¿Hay
música de fondo o cercana?¿Es una ciudad, una playa o una montaña?¿Te sientes
bien?¿Respiras aire puro?¿ves aquello que te gusta?¿saboreas alguna comida? ¿te
acarician o dan la mano?¿eres tú quién deslizas tus mimos sobre alguien?...
¿Te
ves siendo feliz?.
Hazlo,
crea tu buena suerte ahora mismo. El
universo trabajará para ti en lo que has pedido en forma de ensoñación.
Sucederá o no, pero el tiempo que dediques al día en este ejercicio te hará “vivir”
en el ahora lo que parece solamente un deseo.
Dedica
a esta forma de estar contigo 10 minutos al día. Después te sentirás genial.
Objetivo
cumplido.
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