“No
me gustan los días de…”; hoy me parece especial, sin embargo, por referirse a
la mujer, pero no quiero hacer distinción.
Es
cierto que un día dedicado a alguna causa nos la recuerda. Y posiblemente, nos
haga reflexionar sobre ella. Pero en ocasiones solo sirve para hacer
comparaciones si no hay un día dedicado a lo opuesto. Como en este caso.
Hay
que reconocer que la mujer tiene una historia negra detrás de sí. Qué ha sido relegada, ninguneada,
sometida y menospreciada durante siglos y que en muchas culturas sigue
siéndolo.
Si
tenemos que reivindicar algo es porque nos falta o nos ha faltado. Si ha
existido una lucha es porque hubo una causa. Y si realmente nos hemos quejado
es porque existía una herida.
Hasta
biológicamente somos distintos. Y menos mal. Porque no hay nada mejor que
complementarnos.
Creo
que hoy en día pocas mujeres mantendrán el discurso anacrónico del feminismo
equivocado que sostiene la igualdad integral. No somos iguales; nunca lo
seremos. Y debe ser así.
Es
obvio que ambos sexos somos personas humanas y desde esa posición todo nos
pertenece por igual. Todo. Pero de ahí a dar pie al otro sexo a que esgrima
argumentos simplistas basados en la fuerza, por ejemplo, existen matices que
hay que concretar.
Lo
cierto es que a lo largo de la historia han muerto muchas mujeres por defender
lo que nunca debió de ser objeto de defensa, sino derecho natural.
Lo
cierto, también, es que ser mujer ha conllevado y conlleva un sinfín de
trabajos añadidos, sufrimientos agregados y desvelos infinitos que no pueden
entenderse si no lo eres.
Somos
diferentes. Nuestro cuerpo lo es. Nuestro cerebro también. No así nuestro
corazón que debería seguir los mismos patrones de amor incondicional y compasión
infinita de los que tanto sabemos nosotras.
En
ocasiones, he tratado este tema en clase. Y después de debatirlo ampliamente,
sólo entre las mujeres que van, una de ellas, la decana por tener 85 años,
remata el debate con la reflexión de que muchos de los patrones que siguen los
hombres son responsabilidad de las madres; mujeres en definitiva colaborando a
que los hombres las hagan sentirse diferentes y por debajo.
Espero
que eso sea ya un anacronismo y que las madres de hoy sepan enseñar a ambos
sexos que todos somos iguales y que debemos responder de la misma forma ante la
vida.
Porque
al fin y al cabo, la diferencia debe estar en los estilos afectivos, no en los
derechos y deberes fundamentales.
A
pesar de todo, lo pasado y lo presente, a mi me encanta ser mujer.
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