Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 25 de marzo de 2015

EL EFECTO ESPEJO



Cuando más lo necesito siempre tengo ayuda. Creo que de algún modo la vida actúa como siempre hemos dicho. El boomerang que lanzas, en el día a día, regresa a ti.

Actuamos sin darnos cuenta. Vamos dejando semillas o roturando la tierra. Cerramos heridas o abrimos cicatrices. Acariciamos o arañamos. Pulsamos la púa del corazón o tensamos la cuerda del desamparo. Somos generosos o exigentes. Damos o quitamos. Premiamos o castigamos. Somos unos u otros, a veces, e distintos momentos con distintos modos. 

El problema real llega cuando se hace una cosa en vez de la otra en el momento desajustado. Cuando a la persona que hay que regalarle flores le damos una bofetada o cuando nos equivocamos de juicio y tomamos la bondad por tontería.

La pena es que uno aprende todo esto cuando es tarde para aplicarlo a la circunstancia en la que se produjo. Aunque eso sí, siempre quedará dispuesto para después, para lo siguiente, para el siguiente.

No es poco si logramos aprender. No lo es si podemos subir un escalón más, aunque sea con sufrimiento. No lo es tampoco si a partir del error reconducimos nuestra vida. 

No lo es si nos ha servido para saber lo que nunca más queremos y lo que no volveremos a hacer.

No hay culpables, ni víctimas, ni verdugos. Nadie es tan bueno, ni tan malo, ni lo que sucedió fue tan negro, ni tan blanco.
No hay medidas para lo que se vive. Se trata de experiencias para conocernos y actuar mejor; no estará mal de paso que recordemos que pocas veces se avanza sin caer.

Lo más importante es saber lo que uno no quiere en la vida porque por exclusión solamente  nos quedará aquello que se ajuste perfectamente a nuestro sentir.

Ese es nuestro valor.

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