“Lo que otros nos hacen no es algo que debamos tomar y llevar dentro. Es su responsabilidad, su karma, su biografía y su particular forma de dar dolor por tenerlo dentro….”
Acabo de escuchar esto en una conferencia. Y la verdad, me ha dejado muy reconfortada. Es un pensamiento profundo y difícil de digerir. Lo más fácil es sentirte mal por el dolor que te causan otras personas y como respuesta, seamos o no, un tanto vengativos, es al menos, desear que esa persona/s sufran lo mismo para que se den cuenta de lo grande del sufrimiento. Sin embargo, no debe ser así.
Resulta complicado pensar que quien te causa dolor lo lleva dentro y es suyo. No es algo que yo deba tomar. Tengo que distanciarme lo suficiente, del apego que me lleva a tomarlo como mío, para poder enviarle lo contrario.
…”No tomo ese sufrimiento porque es algo que no es mío aunque venga dirigido a mí desde ti. Y como veo que eres un ser que no estás en paz, que tienes sufrimiento y quieres causármelo, te envío buenos deseos y sentimientos puros en vez de desearte lo mismo”.
Efectivamente, es difícil llegar a este punto porque el ego nos demanda otra cosa. Nos pone frente al otro ego y quiere entrar en la batalla. Nos pega al sufrimiento porque lo asumimos como propio rápidamente sin darle es espacio que precisa para dejarlo suspendido en él.
No es nuestro. No lo tomo y no te deseo nada malo. Eso pertenece a tu karma. Tú tendrás que responder por ello ante ti. Yo tendré que responder de lo mío; si tomo el sufrimiento tendré que responder de por qué me he quedado pegada a ello y lo he dejado germinar en mi corazón.
Me ha dejado tranquila y, de algún modo, he aprendido a sentir de otra forma.
No dudemos que somos energía y que las vibraciones de la misma envuelven al resto.
Siempre mejor que sean de amor y bondad que de rencor y reticencia.
Hay que ensayarlo mucho, pero no hay que preocuparse, la vida nos pondrá muchas lecciones para poder hacerlo.
Merece la pena aprender.
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