Mi
querido Ángel que duermes en los brazos de Morfeo desde aquel 12 de septiembre
hace un año ya:
Quisiera
decirte que han pasado muchas cosas desde que no estás. Lo más sobresaliente
que tengo que contarte es que cada día
te recuerdo más, que estás presente sin estar, que me acompañan tus grandes
ojos cuando los míos no saben mirar.
Muchas
veces quiero imaginarte sonriendo entre nubes de algodón, rebosante de alegría
y repleto de paz. Otras, me gusta jugar a pensarte viéndonos desde arriba,
frunciendo el ceño y riñéndonos por lo que no te gusta.
La
mayoría de las veces quiero tenerte cerca, ayudándome a continuar.
El
mundo no sigue igual que cuando te fuiste. La gente cada vez estamos más
crispadas, nos entendemos menos y nos ayudamos peor.
Hace
mucha falta gente como tú. Capaz de llenar de sonrisas las penas. Diligente con
las injusticias y en la primera fila de los dispuestos a colaborar.
Te
echo de menos como no te echaba cuando sabía que estabas. He llorado mucho. He
cerrado los ojos y te he vuelto a ver…! tantas veces!. Te he querido más y mejor.
Y también me he arrepentido de lo que no dije, de las horas que dejamos perder
sin estar juntos, de la inmensa gratitud que siempre sentí por tu cariño por mí.
Hoy
es un día destacado por tu marcha, pero no especial en mi recuerdo porque no
necesito días memorables para conmemorarte; porque todos los días estás
presente conmigo.
Dormirás
en los brazos de Morfeo dulcemente, estoy segura; y serás la absoluta felicidad
hecha luz. Tal vez, este rayito que ahora entra por mi ventana. El que acaricio
lentamente como si pudiera hacerte sentir hoy todo lo que te quiero y lo que te
quise aunque te lo dijese menos de lo que hubiese debido.
¡Mi
Ángel de la guarda!.
¡Sigue
velando por los que aquí seguimos contigo.!
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