Nos
lo preguntamos muchas veces. Siempre que
nos suceden acontecimientos que nos descolocan, nos desbordan o nos sacuden.
Nunca cuando lo que pasa en nosotros es agradable o feliz.
Los
extremos se tocan. Cuando lo que nos pasa es desagradable gastamos toda nuestra
energía en revolvernos contra la
situación, en hacernos mal la pregunta, en contestarnos en desacuerdo con esta
errónea formulación.
La
cuestión no es ¿por qué a mí?...sino ¿para qué a mí?.
Hemos
aludido muchas veces al correcto método de enfrentar la adversidad. No
resistencia. Nunca enredarnos en las situaciones a base de poner muros que las
alejen. Dejarlas pasar lo más suavemente posible. Fluir con ellas, de forma
sencilla, en silencio, sin lucha que las perpetúe.
Cuando
una circunstancia llega hasta nosotros y nos sacude, la pregunta es ¿qué tengo
que aprender?¿qué me enseña lo que vivo?¿tengo que reconducir mi forma de
actuar para no repetirlo?...
Deberíamos
ser como el agua. Capaces de adaptarnos al terreno, de encontrar el lugar por
donde seguir corriendo, de avanzar siempre, de llenarnos como embalse o
vaciarnos como drenaje.
Capaces de saciar la sed y de limpiar el lodo;
capaces de triunfar siempre al son de
vida, germinando semillas, floreciendo colores, lloviendo ilusiones.
El
“por qué a mí” hay que desterrarlo. No se trata de cuestionar al destino. Se
trata de saber cumplir el nuestro y esto pasa por darnos cuenta de nuestros
puntos débiles, y permitírnoslos para superarlos; de reconocer que no somos tan
buenos, ni tan malos; de comprender que el medio es un lugar perfecto para
encontrarnos con nosotros mismos.
Nadie
es perfecto, ni falta que hace.
Nadie
lo tiene todo, ni es conveniente.
Nadie
lo hace todo bien, ni importa lo más mínimo.
La
vida es experiencia. Hay que vivirla y equivocarnos y seguir aprendiendo que lo
mejor es el proceso porque llegar a la meta es una emoción muy breve por
intensa que sea.
Nunca
te preguntes “por qué a mí”… siempre deja abierta la puerta a las infinitas
posibilidades que se manifiestan cuando cuestionas la permanencia de la vida
las reglas a las que la hemos sometido.
Todo
es más sencillo. Déjate llevar. Aprende. Vuelve a intentarlo.
Todo
está ahí para ti.
Es
tuyo.
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