La vida se basa en la confianza. Tod@s tenemos que confiar, a cada paso, en el de al lado. La confianza y la colaboración son el motor que hacen evolucionar la vida.
No podemos dudar de todo por muchas decepciones y fracasos que hayamos tenido. No podemos igualar con un mismo rasero al género, profesión, parentesco etc… que se asemeje a quienes nos causaron dolor, porque entre otras cosas, no es justo.
La confianza es lo que nos hace poder continuar la vida y sentir que, a pesar de todo, estamos para apoyarnos y sentirnos seguros con la mano tendida del otr@.
No podemos dudar del cocinero que nos ha hecho la comida en el restaurante, ni pensar que va a salpimentar con veneno el plato que nos lleva a la mesa. No podemos dudar del médico que nos atiende o del cirujano que nos opera. No podemos dudar de quienes educan a nuestros hij@s, ni de quienes nos atienden en una consulta cuando descargamos nuestros miedos o dejamos sueltos nuestros fantasmas o
Esto no quiere decir que la gente no falle, no traicione y no sea desleal, pero estos casos puntuales no podemos hacerlos extensibles al resto de las personas que nos acompañan en la vida. Incluso, cuando nos sintamos estafados por lo que sea o por quien sea, sintamos lástima por ellos y aprendamos a no comportarnos nunca de la misma forma.
El mensaje de hoy se reduce a “confiar” a pesar de todo. A seguir creyendo que hemos podido avanzar precisamente por eso, por creer que la persona de enfrente es limpia y honesta… y si no es así, la propia vida se encargará de devolverle su mal.
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