En
poco tiempo se me acumulan las decepciones. Sé muy bien que mi decepción parte
de mis expectativas y que yo solita me enredo en una especie de espiral de la
que cuesta mucho salir.
Cuando
uno se decepciona de algo, ese algo tal vez no tenga culpa. Puede ser. Somos
nosotros los responsables de haber puesto demasiado empeño, demasiado amor,
demasiada confianza, demasiada amistad, demasiada entrega…en personas que están
en su escalón, que son lo que son y como son y que ni mejores ni peores les
hacemos con nuestro dolor.
Queremos
obtener respuestas y no llegan, creemos en una reacción y es la contraria,
esperamos un giño de afecto y responde el silencio. Y ante esto…vacío y
desesperación u olvido y rechazo.
Pilar
Sordo habla del pensamiento mágico como el peor de los sistemas y el más rápido
para llegar a la decepción. Yo lo uso muchas veces y a sí me va.
Lo
mejor es reconocer que la culpa es nuestra por querer llevar a los demás a nuestro terreno de esperanza.
Esperamos… ansiamos…nos desvelamos…aspiramos…
en nuestro pequeño círculo del corazón. Pero los demás son otros. Ni piensan
como nosotros, ni sufren igual, ni aspiran a lo mismo, ni se rigen por los
mismos valores.
Deberíamos
reconocer que todo está bien así. Cada uno como es. En realidad, el cuento de
la rana y el escorpión tiene mucho sentido.
Cada
uno responde según su condición, aunque le vaya la vida en ello.
Es
mejor que lo aprendamos pronto, porque así es.
No
hay más.
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Un día, a la orilla de un río,
paseaba desconsolado un escorpión porque quería pasar a la otra orilla. Por
allí había una rana, que viéndolo triste, le pregunto qué era lo que le causaba
esa pesadumbre.
El escorpión le contó a la rana que quería atravesar el río pero que no tenia manera alguna de hacerlo dada su fisionomía.
La rana se ofreció voluntaria
para pasarlo a la otra orilla llevándolo sobre su espalda con la condición de
que el escorpión no le hiciera daño. El escorpión acepto encantado, prometiéndole
a la rana no hacerle daño y se subió a los hombros de la rana.
Sintió como el veneno invadía su cuerpo nublando sus sentidos y haciéndole perder la capacidad de poder nadar, sintiendo como poco a poco su cuerpo se iba adormeciendo.
Giro la cabeza y le dijo:
“¿No te das cuenta que al clavarme el aguijón vamos a morir ahogados los dos?”
El escorpión respondió:
” Lo siento. Es mi naturaleza”
Juntos se metieron en el río pero cuando iban a mitad de camino la rana sintió como el aguijón del escorpión le atravesaba la espalda.
Yo creo que las expectativas son un sistema mental creado para eludir de nuestra Naturaleza dos aspectos intrínsecos a la persona que son: la soledad y su consecuente responsabilidad. El mundo de los humanos occidentales (lo que conozco) está creado en estructuras de secuencias programadas es decir las expectativas están en todo. Y nuestra mente ha aprendido a guiarse con este sistema. Cada día hago lo que se espera de mi y quien sale del sistema puede ser catalogado como un genio o como un apestado antisistema. A niveles más individuales hacemos lo mismo, programas personales donde dar sentido a nuestra soledad. Si tenemos en cuenta que las expectativas nos sitúan en el futuro ya hemos salido entonces de la realidad, nuestra realidad. Uf! Me ha inspirado tu reflexión. Muchas gracias y buenos días!!!
ResponderEliminarSiiii Xara, excelente reflexión. Es cierto, no se perdona que no hagamos lo que se espera de nosotros e incluso uno mismo se asombra cuando no lo hace. Sin embargo, madurar significa estar, cada vez más, en con uno mismo y menos dependiente del resto.
ResponderEliminarSoltar sería la consigna de la serenidad. Desapegarse y convertirse en un observador es una excelente herramienta para que nada pase más allá de la pura visión. Nada daña así.
Un beso amiga del alma*