Hoy
hemos debatido en clase sobre el amor. El amor presente, el ausente, el eterno,
el esporádico, el arrebatador, el pasional, el lujurioso, el tierno, el
misterioso… calificativos y más calificativos que se suceden en cascada en los
cuales se escapa la esencia verdadera de este estado mental y espiritual que lo
invade todo.
Nos
cuestionábamos si se debe buscar una persona “ que llene tu vida”, si la llave
de la felicidad debemos ponerla en otras manos, si el amor controla y posee o
si simplemente puede desarrollarse en libertad.
Reflexionamos
sobre encontrar una fórmula ajustada a la felicidad de la pareja. Si realmente
el contrato del matrimonio es la tumba del amor y si en realidad puede existir
un amor para toda la vida.
Dábamos
otros nombres muy diferentes a los lazos que se establecen en una relación.
Diferenciábamos, si es que es posible, entre “querer” y “amar” e incluso se habló de las etapas del
enamoramiento.
El
texto que debatimos aludía a la importancia de poder decir tanto “te amo”, como “me voy” y a la igualdad que estas dos
acciones deberían de poner en la balanza del afecto.
Alguien
habló de “duelo” en relación a las separaciones y a la realidad evidente de que
en una relación amorosa, uno siempre quiere más que otro. Es muy complicado
sentir lo mismo y mucho más saber que es así y expresarlo de igual modo.
Nada
ni nadie nos produce el mismo efecto afectivo. Ni siquiera los hijos se igualan
en ello.
Por
último, alguien preguntó: ¿Acaso es más verdadero el amor bajo contrato que el
amor libre? Y ¿el amor gozado que el
amor soñado?. ¿Hay una medida que pueda aplicarse?¿Es el amor un solitario avocado
a la unidad por siempre? ¿ Podemos saber si el otro nos ama en su interior como
lo hacemos nosotros?.
Posiblemente
ni siquiera importen estas cuestiones. Uno está acompañado por mucha gente.
Poca se puede colar hasta dentro y ninguna vivir por nosotros lo que
experimentamos en cada momento. Por eso de nada valen los consejos, las
críticas, las valoraciones o las murmuraciones.
Nadie
va a saber lo que sentimos y cómo lo sentimos nunca. Ni siquiera la otra parte
de la relación. Pero esta soledad siempre se compensa con el torrente de espontaneidad
con el cual, quien nos ama, nos hace el mejor regalo a cada instante. Y si no
es así…tal vez no nos amen…posiblemente, nos quieran; que no es poco.
Un tema profundamente humano y difícil de definir.
ResponderEliminarCreo que quien ama de verdad pasa por encima de cualquier condición; si se queda en el camino, simplemente ha confundido los términos de la relación.
La pasión por ej. puede confundirse con amor y fíjate que es solo un ingrediente adicional, clave, importante, pero definitivamente secundario a la hora de amar de verdad.
"hablando de amor, es como se aprende a mentir" refunfuña el Marqués que hoy sufre por una decepción.
Si es posible, le replico, pero quien miente a otro se miente a si mismo, de allí tu decepción.
Humm....(murmura para si )
Saludos.
Me ha gustado la reflexión, pero sobre todo la parte que trata de la mentira. Efectivamente, "quien miente, se miente a sí mismo"...me parece perfecto!***
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