La falta de seguridad en uno mismo nos enfrenta a fantasmas inmensos que siempre están dispuestos a devorarnos. Encierra nuestras ansias de libertad dentro de una concha inexpugnable a la que vetamos el acceso para cualquiera.
Algún resorte salta en nuestra mente cuando nos sentimos amenazados por los demás o expuestos a sus críticas, aunque estas sean más imaginarias que reales.
La crítica tiene un punto saludable. Nos pone frente a una opinión distinta a la nuestra que podemos, bien utilizar como medio de reflexión para mejorarnos o bien para afianzarnos en lo que hacemos y somos. Sin embargo, solo son efectivas si las tomamos como lo que son. Opiniones ajenas a nosotros que no nos pertenecen, ni nos obligan, ni nos implican.
Debemos situarlas en el ámbito de lo externo, de lo ajeno, de lo impropio. No podemos evitarlas, ni tenemos por qué. Cada uno es libre de opinar como quiera siempre que tengamos la capacidad de filtrar, adecuadamente, su contenido.
Los peores juicios son los que imaginamos. Ellos vagan, con su libre albedrío, por nuestra mente, haciendo gala de las mejores fantasías y, en ese marco mágico y fantasmagórico, crecen desmedidamente para fagocitarnos. Y es ahí donde resurgen con fuerza las inseguridades y los miedos. Los propios.
No hay otro camino que trabajar la fe en uno mismo. Cuando creemos en nosotros todo es posible y ningún comentario real o imaginario acaba con nuestras fuerzas.
No siempre los demás nos ven como somos; tampoco nos mostramos, con todo el mundo, transparentes y directos.
Hemos de creer en el maravilloso ser que nos constituye y dejar rodar las opiniones ajenas que expresan realidades que no son nuestras. No contribuyamos a alimentar lo que aniquila nuestro potencial interior.
Dejemos que los demás critiquen, lo que quieran… y mientras tanto, tumbémonos al SOL radiante para que acaricie nuestra piel, soñando con todo lo bueno que está por venir. Seguro.
Es tremendo el poder ha tenido y aun tiene, la critica.
ResponderEliminarEn los pueblos de manera mas personal y en ambitos mas globales a traves de los medios de comunicacion.
Hay que ser concientes que si damos pie, tendremos que enfrentarnos a toda una suma de juicios por lo general no bien intencionados.
Personalmente lo he vivido por el simple hecho de no pertenecer al rebaño, y siempre he tenido claro que en mi mano estaba otorgar o no poder alguno al insano interes por lo ajeno.
Un abrazo
Me ha gustado esa parte en la que aludes al rechazo y la crítica cuando no perteneces al rebaño. Es cierto, eso no se perdona!.
ResponderEliminarEn nuestra mano está conceder el poder al otro de dañarnos con sus opiniones...pero no es fácil. Hay que estar atentos para mantenernos ajenos a ellas y firmes con nuestros criterios.
Gracias por estar con nocotr@s.
Un abrazo de buenas noches.